La fotografía, historia de artefactos

Arturo Ávila Cano 

 

 

La colaboración entre un científico aficionado, de nombre Nicéphore Niépce, y un creador de fantasías e imaginarios conocido como Jacques Louis Mandé Daguerre, dio como resultado un invento que revolucionó nuestra manera de crear imágenes. La sociedad Niépce-Daguerre surgió 7 años antes de que el gobierno francés concediera en 1839 la patente de lo que conocemos como daguerrotipo, que forma parte de distintos procesos que dieron lugar a lo que hoy conocemos como fotografía. 

Al daguerrotipo siguieron otros procesos como el ambrotipo, el calotipo, el ferrotipo, las placas húmedas o la película de celulosa inventada por Kodak. Estos son conocidos ahora como “procesos antiguos”. A lo largo de este tiempo –casi dos centurias–, distintos materiales sensibles a la luz se han utilizado para obtener y fijar imágenes: resinas naturales, entre ellas la lavanda, también la madera, o las secreciones de algunas plantas y minerales, por ejemplo, el betún de Judea, y posteriormente productos químicos como reveladores o fijadores, son muestras de ello. Cristales, placas de cobre, papel, película de celulosa, piedras y actualmente sensores, son algunos de los soportes para fijar imágenes. Los cajones oscuros que denominamos cámaras se han fabricado con madera, metal y/o plástico. La óptica también es muy importante en esta historia, pues a través de su uso se regula el paso de la luz al interior de ese cajón oscuro. El otro dispositivo que dosifica el tiempo en que la luz incide en un material sensible es el obturador. Tales son las variables. 

Sabemos que, desde hace algunos años, la mayor parte de las fotografías son elaboradas mediante el uso de teléfonos móviles y cámaras digitales con sus tarjetas de memoria y sensores; sin embargo, es preciso acotar que los llamados “procesos antiguos” no desaparecieron, son utilizados aún por gente apasionada en distintas partes del mundo. Es decir, el modo de crear imágenes se ha ido transformando y facilitado gracias a la evolución de los artefactos y las máquinas. Esta historia, vasta y compleja, no concluye con la tecnología digital ni terminará con el uso de la inteligencia artificial. Son modos distintos de crear imágenes que actualmente conviven y se usan en distintas profesiones y oficios. 

Múltiples discursos iconográficos se han creado y desplegado en distintos medios a partir de los artefactos. Desde finales del siglo XIX, gran parte de la vida privada y pública está condensada en imágenes. Apreciamos, estudiamos y valoramos a las fotografías como arte o documentos y detonantes de afectos. La fotografía es más que un “ícono verdadero”, es artificio, documento, ficción, historia, memoria y patrimonio. Al ser parte del mundo de las cosas materiales y de la imaginación de un autor, la fotografía cambia, se transforma.  

La materialidad de la fotografía es frágil y necesita ser conservada para seguir construyendo memorias; es por ello que existen archivos públicos y privados que nacen como una genuina preocupación por preservar las historias contadas por medio de imágenes. La participación del Estado, mediante la creación de fototecas, así como de coleccionistas privados, es sumamente relevante en esta materia. En México contamos con importantes acervos históricos, ejemplos, los de la Fototeca Nacional o la Fototeca Pedro Guerra, en Mérida, por mencionar algunos, y las colecciones privadas como la Fototeca Antica, de Jorge Carretero, en Puebla.  

La fotografía es además objeto de estudio e investigación en universidades públicas y privadas, y sus múltiples historias son narradas en una gran cantidad de libros y revistas. Su importancia reviste tal magnitud que es objeto de intensos debates que son del interés del artista, del científico, del esteta, el filósofo, el historiador, el periodista, así como de sectores industriales y tecnológicos, entre otros. La fotografía tiene 186 años y su importancia en el arte, en la ciencia o en distintas dinámicas sociales y oficios, no cesa. La fotografía no ha muerto, se ha transformado y sus múltiples usos a través de distintos artefactos, son muestra de su vitalidad. 

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