Arquitectura: creadora de rincones comestibles
GASTRONOMÍA
Daniel Parra Céspedes
En un mundo donde la comida no sólo se saborea, sino que se experimenta, la importancia de la arquitectura en los restaurantes ha alcanzado una relevancia que va mucho más allá de la simple apariencia. Diseñar un espacio para restaurar va casi de la mano con concebir una experiencia sensorial completa. Si bien el chef se dedica a crear platos que acaricien el paladar, el arquitecto trabaja en envolver ese festín en un ambiente que seduzca todos los sentidos. La perfecta colaboración entre ambos crea esa magia conocida como atmósfera, la cual me atrevo a llamar: medida instagrameable y que hoy es directamente proporcional al éxito del restaurante o espacio en cuestión.
La iluminación natural o artificial juega un rol definitivo y puede transformar un espacio en un rincón íntimo o en una terraza que transmita un ambiente de naturaleza. La iluminación no debe ser sólo funcional; debe ser un cómplice que guíe, destaque y enmarque la esencia del lugar, creando sutilmente una sensación de confort o exclusividad sin pretensiones. Si la comida es el plato principal, la iluminación es el toque final que embellece la velada.
El diseño arquitectónico de un restaurante no puede ser sólo una cuestión estética; debe tener en cuenta la funcionalidad y la experiencia emocional. Los espacios amplios y fluidos, o los ambientes más íntimos y acotados, están pensados para responder a diferentes estilos de comida y a las distintas sensibilidades de los comensales. La distribución del mobiliario, la selección de colores y la textura de los materiales juegan un papel decisivo en la creación de esa atmósfera que invita a quedarse y más aún a regresar.
Hablando de colores, estos no sólo decoran paredes y mesas, además, son la paleta emocional del espacio; la clave está en la armonía de un espacio que hable en el mismo idioma que la carta del chef y que, en conjunto, evoque todas las sensaciones deseadas. Una atmósfera memorable radica en la sinergia entre el chef y el arquitecto. La cocina y el espacio deben ser una pareja que se entiende a nivel sensorial, donde la vista, el olfato y el tacto se complementen perfectamente con lo que el cocinero quiere trasmitir; cuando esta colaboración funciona disfrutas un lugar que no sólo alimenta al cuerpo, sino al alma.
La arquitectura en los restaurantes va mucho más allá de la simple fachada; es el escenario donde se construyen recuerdos, donde la atmósfera se convierte en actor principal, y el ambiente en el cómplice perfecto que crea rincones comestibles.
FB: Candinga / Instagram: CandingaMx
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