¿Buena suerte o sólo Suerte?

MINUCIAS DEL IDIOMA 

Miguel Campos Ramos 

 

 

La suerte, según el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua), se define como el “encadenamiento de los sucesos, considerado como fortuito o casual”. Por ejemplo: “La suerte me llevó a Estados Unidos.” 

Esta frase indica que yo no tuve ninguna participación en ese viaje, sino que fue la suerte, es decir, el conjunto de hecho fortuitos o casuales, los que me llevaron. 

“Fortuito”, por su parte, significa “lo que sucede casualmente”, es decir, aquello que no se puede prever ni evitar. 

Dicho lo anterior, por qué insistimos en decir “Te deseo suerte”, cuando queremos decirle a alguien que le vaya bien, por ejemplo, a quien va a presentar un examen, o a buscar un empleo.  

Según la definición de suerte, esto es un error.  

Lo recomendable es usar la frase: “Te deseo buena suerte”. Es decir, a la persona le deseamos que esos hechos casuales o fortuitos, sean positivos, favorables. 

Y es que también hay “mala suerte”. 

En consecuencia, al decir simplemente “te deseo suerte” estamos diciendo algo obvio, pues sólo estamos deseando que la suerte (los hechos fortuitos o casuales) actúe, sea favorable o no. 

Igual ocurre con la palabra “fortuna”, equivalente a “suerte”. Ejemplo: “Que la fortuna te acompañe.” Obviamente, la fortuna siempre nos acompaña, pero no siempre nos favorece, porque no siempre la fortuna es buena: también hay mala. 

Aceptemos, sin embargo, que se ha extendido el empleo de estas dos palabras como si siempre fueran positivas. Y por eso decirnos de alguien a quien siempre le va bien: “Es muy suertudo” o “muy afortunado”. 

Pero no estaría mal, en aras de un mejor entendimiento, precisar si se trata de buena suerte o de mala suerte, igual que de buena fortuna o de mala fortuna. 

Incluso, el DRAE coloca la palabra “suerte” como equivalente de algo favorable, en la tercera acepción. 

Ahora bien, prácticamente sólo hay una frase donde la “suerte” siempre es favorable, y por tanto no requiere el adjetivo “buena” o “mala”. Dicha frase es: “Suerte te dé Dios.” La explicación casi sobra: Dios nunca puede dar mala suerte. En menor jerarquía, he aquí otro ejemplo: “Tu madre te desea suerte.” Igual, una madre no puede desearle mala suerte a un hijo. 

El idioma es asunto de precisión, por lo que, en la medida de lo posible, procuremos ser precisos. 

 

 

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