La fundación de Tenochtitlán entre el mito y la historia

Alejandro Montiel Bonilla

 

 

La ciudad de Tenochtitlán, descrita por Bernal Díaz del Castillo como una urbe monumental asentada en un lago, cumple 700 años de su fundación en 2025. Este acontecimiento, rodeado de elementos míticos y reconstrucciones históricas, revela la complejidad de una civilización que combinó tradiciones mesoamericanas con estrategias políticas y económicas. 

 

El eje mítico: Huitzilopochtli y la migración sagrada 

Según el doctor Miguel Pastrana Flores (UNAM), los mexicas basaban su comportamiento en tradiciones mesoamericanas donde lo sagrado permeaba la vida cotidiana. Su migración desde Aztlán respondía al mandato de Huitzilopochtli, quien prometió riqueza y poder, pero sin especificar el lugar exacto de asentamiento: “Simplemente les dijo que habrá una señal, pero nunca se especifica cuál” (Pastrana Flores). Solo los teomamaque (sacerdotes) podían interpretar esta señal divina, reflejando un sistema de creencias arraigado en Mesoamérica. 

 

El eje histórico: migración y adaptación lacustre 

Las fuentes históricas sobre la fundación son escasas y posteriores a los hechos, ya que muchos registros fueron destruidos durante la Conquista. Se sabe que los mexicas partieron de Aztlán —ubicado al norte de Mesoamérica, no del México actual—, aunque su ubicación precisa sigue siendo hipotética. Eran un pueblo migrante, no nómada, con conocimientos lacustres que les permitieron explotar recursos acuáticos, como la pesca y la agricultura en chinampas. 

Su llegada al islote de Tenochtitlán no fue inmediata; hubo intentos fallidos en Coatépec, Pátzcuaro y Chapultepec debido a conflictos internos y externos. Finalmente, se establecieron en 1325 —fecha registrada en el Teocalli de la Guerra Sagrada— bajo el dominio tepaneca de Azcapotzalco, quienes les permitieron asentarse a cambio de tributo y apoyo militar. 

 

De aldea a imperio: factores de poder 

La transformación de Tenochtitlán en un imperio se debió a su especialización militar, su adaptación al entorno lacustre y alianzas políticas. Según Pastrana Flores, “lo que fundan, por lo menos en 1325, seguramente fue un pequeño pueblo”, pero su crecimiento respondió a estrategias económicas y expansionistas. 

 

Legado y simbolismo 

El nombre Tenochtitlán (“Lugar donde crece la tuna dura”) se representaba mediante jeroglíficos náhuatl, combinando logogramas y silabarios. El águila sobre el nopal, más que una imagen literal, simbolizaba a Huitzilopochtli y el carácter sagrado de la ciudad. 

A siete siglos de su fundación, Tenochtitlán sigue siendo un tema de investigación vigente, donde convergen mito, historia y el legado de una civilización que supo convertir un islote en el centro de un imperio. 

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