La omnipresencia de la fotografía en nuestro mundo contemporáneo
LA CAVERNA
Miguel Campos Quiroz
Cuando en 1839 Louis Daguerre logró por primera vez, mediante un complicado proceso químico y de exposición a la luz, capturar una imagen en una placa metálica que lleva su nombre (el daguerrotipo), difícilmente habría podido imaginar la revolución tecnológica y de la imagen que su invento había puesto en marcha. Había nacido la fotografía.
Hoy, casi dos siglos después, la fotografía es omnipresente, y desde aquellos primeros experimentos en la Francia de la primera mitad del XIX hasta nuestros días, ella ha evolucionado hasta convertirse en la actual fotografía digital que inunda nuestras redes sociales y que, gracias a la tecnología con la que hoy contamos, se ha convertido en un fenómeno masivo, para bien y para mal.
En efecto, hoy la fotografía está en todo. Hay en la historia un antes y un después de la fotografía, y el mundo no es el mismo desde su invención.
Lo que en un principio fue un complicado proceso de difícil reproducción es hoy un poder que mediante los dispositivos móviles está en la palma de la mano de todos nosotros.
Y es que, con el avance y el perfeccionamiento, los métodos, además de irse abaratando, se fueron volviendo más prácticos y fáciles de desarrollar. Por ejemplo, desde fabricar cada vez mejores y más portátiles cámaras que primeramente fueron de rollo de película que, con todo y sus limitaciones, podían comprarse en cualquier lugar, hasta llegar a nuestra actual capacidad de almacenamiento digital,
Así, todos podemos ahora mismo fotografiar casi cualquier cosa en casi cualquier lugar, y también todos somos susceptibles de ser fotografiados en todo momento y lugar.
Hemos dicho líneas más arriba que hoy la fotografía está en todo, y ello es verdad. Nuestros gadgets están atiborrados de fotos, incluso sin un orden ni lógica alguna. Lo que alguna vez sirvió para capturar instantes importantes y atesorarlos para siempre, hoy se usa, en una gran medida, para registrar fotográficamente incluso las cosas más superfluas (aunque, debe decirse, también las más artísticas). Algunas de ellas pasan a formar parte de enormes archivos basura que llenan nuestras memorias y discos duros y que nunca más volvemos a ver. Otras tantas terminan en nuestras redes sociales, contando muchas veces historias ficticias sobre nosotros.
La fotografía es hoy un fenómeno masivo, que lo mismo está en nuestras redes sociales que en las fotomultas. De hecho, todo el tiempo estamos siendo fotografiados, lo sepamos o no. Ya sea que posemos para la foto familiar o la de la graduación, o ya sea que accidentalmente salgamos en la fotografía de alguien que se toma una selfie en un centro comercial y que la sube a su Instagram, o bien que seamos grabados o fotografiados por cámaras de vigilancia, lo cierto es que el medio digital está lleno de imágenes nuestras, por la sencilla razón de que en este 2025 hay cámaras por todas partes. Si esto es bueno o no, si al final todo esto servirá para perder definitivamente nuestra privacidad o para que seamos espiados, el tiempo lo dirá.
Pero más allá de estos usos comunes y masificados, lo cierto es que algo muy positivo de la invención de la fotografía es que al tener la capacidad de registrarlo absolutamente todo a través de ella, en estos últimos tres siglos durante los cuales ha existido hemos sido capaces de captar a través de la lente de una cámara cosas de muchísimo valor. Los ejemplos más claros de ello son que grandes personajes y eventos de la historia han sido fotografiados, lo cual jamás hubiera podido ser antes del mencionado año de 1839. Gracias a la fotografía, podemos saber con toda exactitud cómo era el rostro del indio Gerónimo o el de Ana Frank, y gracias también a ella podemos ser testigos de hechos históricos como la explosión del Hindenburg o la última imagen del Titanic en el mar, y también gracias a la fotografía podemos saber cómo eran nuestras ciudades hace décadas y cómo el paisaje de estas ha ido cambiando.
Grandes fotógrafos han captado a través de una cámara imágenes que son verdaderas obras de arte, y gracias a la fotografía astronómica podemos hoy ver la primera foto de un eclipse solar tomada el 28 de julio de 1851.
Así, muchos de nuestros libros actuales están llenos de fotografías de todo tipo, de personas, de lugares, de hechos, de flora y fauna, etc., lo cual sería impensable para un libro, por ejemplo, del siglo XVIII (si bien esta falta se suplía con libros bellamente ilustrados).
En conclusión, no puede pensarse nuestro mundo contemporáneo sin la existencia de la fotografía. Ella está en todas partes y lo ve todo.
Leave us a reply