5 niños prodigio en el cine
Prácticamente desde The Kid (1921), de Charles Chaplin, Hollywood se ha encargado de narrar frecuentemente en la gran pantalla historias de niñas y niños cuya inteligencia rebasa la media; a veces desde el nacimiento y otras muchas por la educación de la calle. Lo cierto es que este tipo de narrativas siempre ha conquistado el corazón y asombro de sus espectadores imprimiéndoles una sonrisa en el rostro a medio camino entre la ternura y la maravilla.
Dejamos un listado de 5 películas sobre niños genios que nadie, tenga la edad que tenga, debe perderse.
1.- En Busca de Bobby Fisher, de Steve Zaillian
Cuando debutó como director con esta pequeña gran película, Zaillian venía de haber escrito La lista de Schindler (guio que le daría el premio Óscar en 1994), y esta cinta no podría estar más alejada de la tragedia: basada en la historia real del prodigio del ajedrez Joshua Waitzkin, este drama, inspirado también en la figura del mítico y funesto ajedrecista del título, nos muestra una mirada tierna y sensible (flanqueado por unos impagables Ben Kingsley y Lawrence Fishburne) a la vida de un niño cuyos problemas para comunicarse con su entorno son poco a poco superados ante la pasión que siente por el ajedrez, una tan formidable que acaba convirtiendo la desconfianza y expectativas que genera al mundo adulto en un cariño y admiración que no ha menguado ni hacia la película ni hacia Joshua.
2.- Billy Elliott, de Stephen Daldry
Egresado del teatro, Daldry decide debutar a lo grande con una cinta donde la ternura y la denuncia social van de la mano del mundo infantil: ambientada en la Inglaterra Thacherista (específicamente en la huelga de mineros del 84-85), la cinta cuenta la historia de un niño cuyo amor no es el boxeo sino la danza, misma que lo ayuda a encontrarse a sí mismo, convirtiendo a ese prodigioso Billy, que apenas ve la luz fuera de sus sueños, en su arma contra el mundo para conseguir su tan anhelada libertad y poder dejar atrás la vida miserable que han conocido generaciones en su familia.
3.- Amadeus, de Milos Forman
Creador de algunas de las piezas más hermosas que ha dado la música, pero también un artista rebelde, temperamental y vulgar como persona, Wolfgang Amadeus Mozart es quizá el primer niño prodigio que se nos viene a la mente, y aquí el cineasta Milos Forman comanda a un magnífico Tom Hulce narrándonos la historia de un artista que desde niño transforma el mundo del arte con su genio y que al mismo tiempo era una persona llena de claroscuros cuyos excesos le costaron la vida a la edad de 35 años.
Esta obra maestra ganadora de 8 premios Óscar en 1985 es sin duda una de las cintas esenciales no sólo para los amantes de la música, sino también a la hora de narrar los peligros de tenerlo todo demasiado pronto.
4.- La Bamba, de Luis Valdez
Pocas canciones han trascendido más en el imaginario popular que La Bamba de Ritchie Valens, tanto que a veces se olvida que su intérprete falleció en 1959 a la edad de 17 años por un accidente de avión, habiendo grabado el grueso de su discografía apenas un año antes.
Más que ser la historia de un artista, esta película de Luis Valdez es también la historia de una cultura (la chicana) y su influencia en el temple y obra de un artista que primeramente les cantaba a ellos adaptando el folklore de su identidad en canciones que hoy por hoy nos acompañan.
5.- El pequeño Tate, de Jodie Foster
Y cerramos este conteo con una obra maestra oculta que marcó el debut de Jodie Foster en la dirección. Fred Tate tiene sólo 7 años, pero también es un prodigio en el piano y las matemáticas; sus compañeros lo marginalizan justamente por esa brillantez. Dede, su madre, es una mujer soltera que busca sacar adelante a su hijo, razón por la cual decide inscribirlo a una escuela para superdotados, sin saber los problemas que traerá la readaptación de su hijo en un nuevo ambiente.
Tierna, emotiva y luminosa, esta cinta de 1991 no sólo nos cuenta la historia del pequeño Tate, sino que también hace énfasis en la importancia del amor y comprensión de los padres para un desarrollo sano de la inteligencia emocional que pueda sustentar el genio.
Agustín Ortiz
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