La sexualidad en las mitologías
El sexo forma parte de la naturaleza. Y yo me llevo de maravilla con la naturaleza.
Marilyn Monroe
La sexualidad es tan antigua como el ser humano. Este concepto comenzó en la prehistoria como una simple satisfacción del impulso reproductivo; posteriormente fue ocupando un sitio en las creencias religiosas y por su carácter fuertemente íntimo y personal llegó a ser perseguida y reprimida por la sociedad.
En la época actual la expresión de la sexualidad se ha hecho una constante en la sociedad y ha ocupado un sitio significativo dentro de la vida cotidiana. El desarrollarla en forma consciente, de manera libre y completa, se hace cada vez más evidente y necesario en la civilización moderna.
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española el término sexualidad tiene los siguientes significados: 1. Conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo; y 2. Apetito sexual, propensión al placer carnal.
La palabra “sexualidad” está compuesta con los siguientes elementos latinos: “sexus”, que se deriva del verbo secare (cortar), ”alis”, que indica relación, y “dad”, que implica cualidad, con el significado de: cualidad relativa a lo que diferencia a los machos de las hembras. Sexo se refiere simplemente a la división del género humano en dos grupos distintos: masculino y femenino.
En la antigüedad, diferentes culturas y tradiciones religiosas, esotéricas y filosóficas, consideraban que en el inicio de la existencia del ser humano existían entes conocidos como andróginos (andrós = hombre, varón, y gyné = mujer, hembra), quienes contaban con doble naturaleza, es decir, con cuatro piernas, cuatro brazos, dos cabezas y dos órganos, y de quienes se derivarían todos los demás sexos. Simbolizando la dualidad, la perfección, el ideal inalcanzable.
Asimismo, consideraban que existían tres sexos: los masculinos, hijos del Sol; las femeninas, hijas de la Tierra; y el tercero, andrógino, los hijos de la Luna, que poseían parte masculina y parte femenina.
Debido a la inteligencia y fuerza del ser andrógino, comparable al de los dioses, y temiendo los superaran, decidieron cortarlos por la mitad, volviéndolos incompletos. Separaron una mitad (masculina) de la otra (femenina), de tal forma que jamás se pudieran volver a unir. Desde entonces los seres humanos vagan por el mundo con la esperanza de recuperar la parte que les arrebataron y volver a ser uno solo.
Ejemplo de estos seres podemos observar en la Cábala, donde Adam Kadmón, que se considera previo a Adán, era perfecto y andrógino. También se aprecia en Hermafrodito, hijo de Afrodita y de Hermes, joven de gran belleza, y la náyade Salmacis; los dioses fusionaron ambos cuerpos en un solo ser, de doble sexo – Hermafrodita.
En la mitología china, Fo-Hi y Niu-koua estaban unidos por sus colas de serpientes de tal forma que Fo-Hi representaba el yang o masculino, y el yin o femenino estaba representado por Niu-koua.
Asimismo, se mencionan seres andróginos como: Gayomart, primer hombre mitológico en la cultura iraní antigua del zoroastrismo, y el progenitor de la humanidad. El espíritu de este ser vivió 3,000 años durante el período en el que la creación era sólo espiritual.
Ymir fue el fundador de la raza de los gigantes y una importante figura en la cosmología nórdica; y Purusha, en el hinduismo, hace referencia originalmente a un ser primigenio y a una divinidad única omnipresente, ambos andróginos.
Estas leyendas simbolizarían el espíritu perfecto antes de que la materia lo volviera carne y le diera género, pues los espíritus no tienen sexo.
Un ejemplo alquímico lo observamos en el “Rebis”, del latín res bina, o sea, “cosa doble” o “hecho doble”, al cual Dios lo creó hermafrodita y perfecto, a su imagen y semejanza, y era un ser muy poderoso. Pero una vez que Dios lo hubo creado no le gustó que hubiese otro ser tan poderoso como él. Así que se arrepintió, y decidió dividir a Rebis en dos sexos: dos seres que, independientemente, eran más débiles que el Rebis original, e imperfectos; pero como contrapartida podían reproducirse y aumentar la especie. Lo hizo porque sabía que, dividiéndolo, lo debilitaría.
Pero quedó en este par un recuerdo de su esencia anterior, de su perfección perdida: el deseo de superarse, y por eso el ser humano nunca se queda conforme, sino que siempre intenta ir más allá, mejorar, y elevarse.
Según esta leyenda, Rebis es el ser que era Adán antes de que a partir de él formase Dios a Eva. Porque cuando todavía no le había sido sacada la “costilla”, Adán no era propiamente un hombre, puesto que llevaba en su interior a la mujer.
En la actualidad se ha utilizado la simbología de los planetas para diferenciar a hombres y mujeres, con dos personajes de la mitología romana: “Marte”, dios de la Guerra, representaba a los varones, mientras que las féminas eran representadas por “Venus”, la diosa del amor y la fertilidad, siendo muy común la frase “Los Hombres son de Marte, las mujeres son de Venus”.
Es así, amable lector, como nos enseña la mitología el origen de la sexualidad y el por qué buscamos a nuestra parte complementaria de manera permanente.
Jorge A. Rodríguez y Morgado
Twitter @jarymorgado
jarymorgado@yahoo.com.mx
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