A la sazón de la educación

Uno de los patrimonios tangibles e intangibles más apreciados por propios y extraños es, sin duda, la gastronomía junto con el arte culinario de un pueblo. Atendiendo a la raíz griega de la palabra gastros (estómago) y nomos (conocimiento), la gastronomía se refiere al estudio de la relación del hombre con su alimentación y su entorno, de manera que engloba los aspectos sociales y culturales que rodean a un pueblo o individuo en su relación con la comida. Se sobreentiende entonces que está vinculada a la evolución.

Evolución que no tendrá fin mientras el hombre tampoco lo tenga, pues resulta apasionante escudriñar en la diversidad sin fin que ofrece cada uno de los platillos y que llegan a lo más profundo del ser humano mediante sus cinco sentidos, ya que el arte culinario, a diferencia de otras disciplinas, se escucha, se ve, se huele, se siente y se prueba.

Es el momento de la comida un espacio sagrado que los asiáticos practican con una estricta disciplina, los latinoamericanos entre fiestas y música. En la Grecia antigua este momento estaba lleno de abundancia y fertilidad. Todas las sociedades, así sean la más pequeñas, como las familias, o todo un país, coinciden en que en compartir los alimentos radica el símbolo de la unión, así como lo hizo Jesús con sus apóstoles antes de morir en aquella su Última cena, tan magistralmente representada por Leonardo da Vinci entre 1495 y 1498.

En contraste, la producción cinematográfica franco-italiana La grande Bouffe, de Marco Ferreri, en 1973, retrata lo grotesco de los excesos de la comida como una crítica a la sociedad consumista. Película que en su momento no fue vista con buenos ojos por la propuesta visual tan surrealista y asquerosa del filme, pero que le valió el premio internacional en el festival de Cannes.

Estas referencias nos permiten observar que la gastronomía juega un papel predominante en la vida diaria de todas las personas, que es un elemento de supervivencia y de pertenencia a la vida. Pues lo mismo disfruta un buen plato de comida aquel que vive de excesos, como aquel que está condenado a muerte, debido a que existe una oportunidad de relacionarse con el mundo de lo terrenal a través de las delicias gastronómicas que aún se pueden disfrutar.

La elección de lo que decidamos comer, ya sea por gusto o por un régimen alimenticio correcto, según nuestras necesidades dietéticas y tradiciones, está basada en un aspecto que debería regir nuestras vidas en todos lo ámbitos: la educación, y entonces ya no estaríamos ocupando, por lo menos en México, los primeros lugares en las estadísticas de desnutrición infantil, obesidad, consumo de refresco, etcétera.

Sin duda alguna, es en las escuelas donde existe la oportunidad de educar y formar a los estudiantes desde temprana edad para que sean personas que practiquen la calidad en sus hábitos alimenticios. Aprovechando que está en puerta el cambio del plan de estudios de educación básica, se deben incluir asignaturas o talleres donde se enseñe a los docentes a preparar su propia comida, basándose en las necesidades de los diferentes organismos; de esta manera, lo que aprendan en la escuela sí tendrá aplicabilidad en su vida diaria y podrán ayudar a sus familias a tener una vida saludable.

 

 

Éricka E. Méndez Ortega

eryelmeor@gmail.com

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