¿Qué estamos forjando para nuestra vejez?

“La soledad causa más problemas de salud

que la obesidad, el alcohol o el tabaco”

Manfred Spitzer

 

“Lo que prepara a la persona para la

dominación totalitaria en un mundo

no totalitario, es el hecho de que,

la soledad se ha convertido en

una experiencia cotidiana.”

Hannah Arendt

 

Lo sucedido en los tiempos de la pandemia que se prologaron por prácticamente todo el año de 2020, no fue otra cosa más que “el último clavo al ataúd” de una sociedad que está conformada por mujeres y hombres aislados, viviendo en la soledad. Pero la culpa no es únicamente de esa enfermedad, si bien las políticas públicas que se implementaron por las naciones de la mayor parte del mundo fueron aislar a las personas, evitando con ello los contagios del covid-19. Simplemente, fue lo que cerró el círculo de una sociedad que, ya desde hace mucho tiempo, en su comportamiento, en la vida cotidiana, se había encargado de vivir en soledad.

Y mucho tiene que ver con ese comportamiento actual de todos los seres humanos la tecnología de la comunicación, que se ha desbordado. Basta con considerar que las computadoras, desde el inicio de la comercialización de ellas, a finales de los ochenta del siglo XX, se distinguió por sus siglas en ingles: “PC”, es decir, “computadora personal”, por ello, el trabajo no es grupal, se realiza de forma aislada, solitaria.

Así, tenemos que en esa misma década de los años ochenta la tecnología implementó los audífonos y los equipos llamados en esos tiempos: “walkman”, los equipos de radio portátiles. Antes de su comercialización, se hicieron estudios por parte de la empresa japonesa que los desarrolló respecto a las consecuencias psicológicas para los usuarios de estos equipos. Simplemente la respuesta fue el aislamiento total de las personas y problemas de salud mental. Incluso en la actualidad. ¿Cuántas ocasiones caminando en las calles o en los parques, observamos personas que no pueden entonar un “buenos días” porque están en su mundo, usando esos equipos que los aísla de la realidad y de su entorno?

Así, nuestro comportamiento que hemos desarrollado en las ultimas décadas en el mundo, no es otra cosa que mantener a las personas en la soledad; basta con observar el sistema jurídico actual en muchos de los países del mundo occidental, en donde se ha legislado para flexibilizar los divorcios, con esquemas y procedimientos más sencillos que hace 30 o 40 años. No falta la creación de las sociedades uni-personales, la conformación de empresas de un solo propietario; son muestras de este hiper-individualismo que estamos viviendo, y con ello la vida en soledad.

Algo de lo que dejó como herencia el Covid 19, fue la existencia de una forma nueva de trabajo, miles de empleos en todo el mundo en donde no hay obligación de que las personas tengan que acudir a un centro de trabajo, a una empresa, a una oficina, en horarios fijos, sino que basta que realicen sus labores en sus propias casas, a lo que se ha denominado como “home office”, y con ello se ha perdido la convivencia tradicional con los compañeros de trabajo: “de carne y hueso”. Actividades tradicionales como el alistarse para salir al trabajo, vestirse adecuadamente para el centro de trabajo, acudir a una cita puntualmente, desayunar apresuradamente por la necesidad de llegar al trabajo. Pareciera que en muchos de los actuales empleos se ha perdido ese ritmo, se ha cambiado por trabajar desde sus casas, sin distinguir por tanto el lugar de trabajo, con el lugar de descanso o de convivencia familiar.

Por lo pronto, el “home office” está representando para las grandes compañías  ahorros impresionantes. Atendiendo a la falta de crecimiento económico, la mejor forma de mantener las grandes ganancias de las empresas es a costa de este sistema novedoso, dejar de rentar grandes oficinas, ahorro en viáticos, en limpieza de oficinas, en uso de baños, agua, energía eléctrica, etc., porque todo eso ya está a cargo del empleado en sus propias casas, es más, en el caso de los Estados Unidos de América, ya se están viviendo consecuencias como el caso de miles de ciudadanos de ese país que están mudándose a países de Latinoamérica para vivir en mejores climas y con menos gastos, trabajando desde esos lugares. Por más que se implementen reformas legales en materia laboral, no exime de las consecuencias que se vivirán en pocos años sobre está forma de laborar. Los efectos para estas personas serán irreversibles, pero se antepone la ganancia de las empresas sobre la salud de los empleados.

Lo que es una realidad es que la soledad se ha convertido en una forma de vida, de la cual es indispensable que nos preguntemos: ¿Qué estamos forjando para nuestra vejez?

 

 

Silvino Vergara Nava

(Web: parmenasradio.org)

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