Esos locos bajitos

La niñez. Esa etapa en la que las personas estamos ávidas por conocer y descubrir lo que pasa a nuestro alrededor. Es cuando tenemos la capacidad de asombro a toda máquina y donde empezamos a buscar respuesta a cuanto podemos sentir, observar y escuchar. 

A la generación que pertenezco nos tocó crecer con la música de Francisco Gabilondo Soler, compositor originario de Orizaba, Veracruz, quien intentado ser compositor de boleros encontró la maravillosa forma de llegar a otro público que no fue el adulto, sino al público infantil.  

De esta forma, creó un sinfín de historias musicalizadas y en una alta variedad de ritmos. Ejemplos: “Che Araña” es un tangazo, “El Ratón Vaquero” con ritmo de música country, “El Señor Tlacuache” a tiempo de Blues, y así podemos seguir analizando cuántos ritmos más utilizó el famoso Cri-Cri para sus canciones. 

Una obra a la que todo niño debe tener acercamiento es sin duda “Pedro y el Lobo”. Esta obra fue escrita por Serguéi Prokófiev por allá de 1936. En ella asocia a los personajes de la historia con los instrumentos de la orquesta, provocando que los menores se imaginen los diálogos con los sonidos, de tal suerte que cuando Pedro “habla” se escuchan los instrumentos de cuerda, para el abuelo se escucha el fagot, para el pájaro la flauta transversa, y por supuesto para el lobo los cornos.  

Recuerdo que un querido amigo, Moisés Cabrera Bruschetta, hizo aquí en Puebla una versión “mexicanizada” que se llamó “Lupita y el Alebrije” con títeres, saltimbancos, bailarines y por supuesto con la orquesta. En ese tiempo fue la orquesta sinfónica del estado de Puebla, bajo la dirección del maestro Juan Manuel Arpero. 

Hoy en día han surgido muchísimas agrupaciones musicales con la finalidad de crear música cultural para apoyar el desarrollo intelectual de la niñez, utilizando el entretenimiento como herramienta para transmitir ideas y conocimientos. Por mencionar algunos, está el grupo poblano “Los Pata de Perro”, quienes escriben rock con mensajes constructivos; o está por ejemplo el compositor argentino Luis Pescetti, con sus cuentos musicalizados. 

Lo que quiero decir, queridos amigos, es que como adultos que somos, los locos bajitos dependen de lo que queramos que ellos reciban culturalmente. De nosotros depende que ellos se acerquen a la literatura o la música tomados de nuestra mano. Por supuesto, creo que es bien importante también fomentar la cultura popular porque, ¿qué sería de nosotros sin “El Son de la Negra” o “El Jarabe Tapatío”? Esa música también forma parte de la cultura y por supuesto de nuestra propia esencia como integrantes de la sociedad.  

Acabo, como de costumbre, con un link para que escuchen un tema musical, y nos leemos en la próxima edición. 

Serrat y Sabina: “Esos Locos Bajitos”  

 

Sergio Rizzo

rizzoser@yahoo.com.mx

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