Educar para amar la música
Desde temprana edad, en el seno familiar, se nos inculcan valores y principios que a largo plazo nos definirán como personas adultas con toda una educación y cultura recibida a través de los años.
De esta manera, quienes crecieron en un ambiente en el que la lectura era una costumbre familiar, adquirirán el hábito de leer, por poner un ejemplo.
Lo mismo sucede con la música. Si en el ambiente familiar se creció escuchando la música clásica o música “culta”, como muchos le dicen, pasará a formar parte de la vida y del estar en ella. Crecerán admirando y conociendo el “Adagio” de Albinoni o el “Requiem” de Mozart.
Cuando escuchamos que alguien se refiere a estos temas, da la impresión de que son personas con una gran cultura. Sin embargo, si a quienes gustan de esta música, por ejemplo, se les niega la posibilidad de escuchar otros géneros musicales que están a su alrededor, se les hará perder la oportunidad de conocer, valorar y admirar otro tipo de manifestaciones musicales que tienen que ver con nuestra cultura o con la cultura en general.
Recuerdo una anécdota de un querido amigo violinista, concertino de una orquesta sinfónica y al que, estando en una gira por Alemania, le pidieron que interpretara algún son tradicional con la intención de que sus anfitriones conocieran algo de la música y cultura de nuestro país. El asunto es que, nos comentaba mi amigo, fue educado para interpretar clásico y por lo tanto no fue capaz de interpretar un son, lo cual lo hizo sentirse muy incómodo. ¡Cómo era posible: ser capaz de interpretar a Paganini y no poder hacer un solo del Querreque! Claro está que de inmediato se puso a estudiar y a entender parte de la música que nos define y, por ende, entender parte de nuestra propia cultura. ¡Ahora toca el son huasteco como los dioses!
Creo que la educación debe ir de la mano con la cultura. Creo que debemos enseñar el valor de la música y de las artes en todo lo que nos rodea. Enseñar a sentir lo que nos dice una sinfonía, un blues, o una buena interpretación de “La Martiniana” con los maravillosos versos de Andrés Henestrosa.
La música está hecha para vibrar, para disfrutar, para celebrar cuando hay que celebrar y para acompañarnos cuando la tristeza nos agobia. Por eso a veces, solo a veces, la música llora con cada uno de nosotros.
Y ya que toqué el tema de “La Martiniana”, los voy a dejar con el enlace del video de Lila Downs y Natalia Lafourcade interpretando precisamente este tema.
¡Hasta la próxima!
Sergio Rizzo
rizzoser@yahoo.com.mx
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