“Los tipos duros no bailan”

Una debilidad que tengo como lector compulsivo (bueno, ésta es otra) consiste en querer encontrar dentro de una novela el párrafo donde a veces está escrito explícitamente el título de la misma. Por ejemplo, en El coronel no tiene quien le escriba, el título lo da el encargado del servicio postal, al responder con esa frase a quien le pregunta si hay carta para el coronel.  

He leído novelas sólo por hallar la frase del título, y no deja de ser parte de la emoción, sobre todo cuando lo atrapa a uno la trama. Me sucedió con La piel del tambor, de Arturo Pérez Reverte. 

La novela que hoy comento no es la excepción. 

Me refiero a Los tipos duros no bailan, del norteamericano Norman Mailer (1923-2007). 

En cada número de Sibarita La Revista trato de hallar y comentar un libro que vaya acorde con el tema central. En el caso de este mes el tema es la Danza (el Baile), y nada me pareció mejor que recordar Los tipos duros no bailan, obra truculenta y provocadora de uno de los escritores norteamericanos más truculentos y provocadores, quien justamente este año cumple 100 de nacido. 

Ahora bien, leyendo la novela uno descubre que trata de las angustias de un escritor de nombre Tim que después de 24 días de ser abandonado por su esposa, se despierta una mañana con una resaca que le deja serias consecuencias, entre otras, que se le vincula con un asesinato y porque sufre una especie de amnesia, por lo cual no tiene la menor idea de lo que pasó. 

Pero su historia le sirve a Mailer para retratar la vida más decadente de Norteamérica, con sus problemas derivados de las drogas (toda clase), la violencia, la degradación moral, la necesidad de los varones de querer demostrar su virilidad y su machismo… etc.  En pocas palabras, es una novela delirante, cuya lectura se hace difícil de dejar una vez que se empieza. A lo cual contribuye que está narrada en primera persona, lo cual le permite al narrador soltar toda clase de giros lingüísticos coloquiales, y usar a  menudo un lenguaje vulgar y a veces procaz que la hace adictiva. 

Pero yo quería hallar del título, y lo hallé. Justo en el capítulo 5, más o menos a la mitad. Es el padre del narrador quien lo suelta en el siguiente diálogo:  

-¿Has oído de Frak Costello? -me preguntó. 

-Uno de los gánsteres más importantes -dije con admiración. 

-Una noche Frank Costello estaba sentado en un club nocturno, en compañía de su rubia, una chavala muy guapa, y en su mesa estaban también Rocky Marciano, Toni Canzoneri y Dos Toneladas Tony Galento. Una reunión de italianos. La orquesta tocaba. Y Frank va y le dice a Galento: “Anda, baila con Gloria.” Esto pone nervioso a Dos Toneladas. No le gusta bailar con las chicas del gran hombre.  (…)  Costello le pide lo mismo a Canzoneri. (…) Luego le llega el turno a Rocky Marciano. (…)  Gloria aprovecha la ocasión para decirle: “Oye, hazme un favor. A ver si consigues que el tío Frank  dé unos pasitos conmigo.” Terminado el baile, Rocky lleva a la chica a la mesa, sintiéndose un poco más aliviado. (…) Comienza a pinchar al gran hombre, con mucho cuidado, ¿comprendes? Sólo bromeando un poco: “Vamos, señor Costello, complazca a la señorita Gloria. Y ésta le dice: “Sí, por favor…” Y los otros dicen: “Ahora le toca a usted, señor Frank.” Pero Costello niega con la cabeza y dice. “Los tipos duros no bailan.”  

Y ahí está el atinado título. 

 Un agasajo esta gran novela, publicada en 1984. 

Autor también de Los desnudos y los muertos (1948, su primera novela),  Norman Mailer es un escritor que hay que leer para entender no el “sueño americano”, sino el “american way of life”, o sea, el “modo de vida norteamericano”. Baste mencionar que se casó siete veces. Lo cual no le quita, por supuesto, ni un ápice a su arte literario, pero lo refleja muy bien como escritor y habitante de la tortuosa Norteamérica. 

 

 

Miguel Campos Ramos 

@miguelcamposr15 

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