Medio ambiente y educación
“Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no la escucha”: Víctor Hugo
- Entre 2030 y 2050 se prevé que el cambio climático cause unas 250.000 muertes al año.
- En 10 años el coste de los daños directos para la salud será de entre 2.000 – 4.000 millones de dólares.
- En el último siglo el planeta se ha calentado unos 0.85º C, y en los últimos 30 años cada década ha sido más cálida que la anterior.
- Las temperaturas extremas causadas por el cambio climático pueden agravar las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, además de aumentar los niveles de polen y demás alérgenos.
- En 2019 fallecieron unas 30.000 personas a causa de la contaminación atmosférica.
(OMS, 2021)
Pero tal pareciera que ninguno de estos puntos puede poner fin a la destrucción masiva que el ser humano está provocando en el planeta. La madre tierra se defiende con muy pocos recursos y lucha hasta el límite para que sus hijos estén y vivan bien tal como lo haría cualquier madre. Sin embargo, lo que recibe a cambio es destrucción, desamor, violencia, ambición, abuso y contaminación por parte de sus propios hijos.
Lovelock y Margulis, en su teoría Gaia, en honor a la diosa griega de la tierra, plantean que el planeta es un organismo consciente que se autorregula y regenera, condición que muchos toman como permiso para contaminar y destruir. Y puede que tengan razón: Gaia es ruda, ha sobrevivido por miles de millones de años y seguro se recuperará de los excesos que le infligimos. Pero posiblemente eso suceda cuando su peor enemigo se haya extinguido: el ser humano.
¿Será que aún estemos a tiempo de salvar el medio ambiente y con él la vida misma? Tal vez la respuesta sea favorable, pero necesitamos de un gran laboratorio donde se logre comprender el delgado equilibrio entre hombre y naturaleza. Un espacio para crear valores medioambientales en la sociedad y buscar soluciones inmediatas a los problemas ecológicos actuales.
La buena noticia es que no se tiene que construir ni buscar, porque ese lugar lo tenemos; definitivamente la solución está en las escuelas, donde se puede educar a la sociedad para que logre comprender la importancia del medio ambiente y viva bajo el principio de una educación ambiental que forme seres humanos inteligentes y capaces de contribuir, verdaderamente, a regenerar a quien tanto hemos herido: la madre tierra.
Éricka E. Méndez Ortega
eryelmeor@gmail.com
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