El embellecimiento del espacio público a través del muralismo

LA CAVERNA 

Miguel Campos Quiroz 

 

 

El muralismo, de una manera simple, y como su nombre lo indica, puede definirse como una técnica pictórica consistente en decorar las paredes. Sus motivos pueden ir desde la simple ornamentación de los hogares, pasando por la pintura de murales con fines educativos en las escuelas, la propaganda ideológica de tinte social o nacionalista (lo cual lamentablemente se contrapone a la esencia del arte, y debería siempre evitarse), hasta aquellos murales que, por la técnica utilizada, así como por la temática que representan, pueden considerarse como verdaderas obras de «arte urbano». 

Ejemplos de estos últimos abundan en muchos lugares del mundo, y son una tendencia que incluso ha crecido en las grandes ciudades. Puede citarse en este sentido el que hasta el año 2021 era considerado el mejor mural del mundo, y que representa al Emperador Julio César. Dicho mural fue realizado por el artista Diego AS, y se encuentra en Lugo, España. Este bello mural fue sin embargo desplazado del sitio de honor en el 2023, siendo reemplazado como el mejor mural del mundo por la obra del artista madrileño Sfhir, que se encuentra en un edificio de nueve pisos en Fene (A Coruña), y la cual es una oda a la música, teniendo a una chelista como protagonista. 

Este tipo de creaciones pictóricas se consideran asociadas al grafitti, y por lo tanto un arte menor. Pero lo cierto es que por la complejidad y por la técnica utilizadas en muchas de esas creaciones urbanas, este tipo de murales se diferencian de los simples tags de las pintas vandálicas callejeras, consistentes casi siempre en rayones, obscenidades y símbolos muchas veces crípticos de las pandillas delincuenciales de las grandes ciudades.  

Llegando a tener algunos murales la calidad de la ilustración o del arte de la viñeta del cómic, e incluso muchas veces de la fotografía o del retrato, varias de estas obras han sido incluso premiadas, mandadas a hacer por encargo para decorar importantes espacios culturales, y muchas de ellas con las más diversas temáticas de la cultura popular local decoran los metros de varias ciudades asiáticas y europeas. 

Don Quijote, Einstein, Kurt Cobain, Michael Jordan, Gokú, Godzilla, Bart Simpson, etc., por mencionar sólo a algunos, están representados en grandes muros y edificios de muchas de nuestras grandes urbes, e incluso la cantante Selena Quintanilla es motivo de varios murales existentes en ciudades del sur de Estados Unidos en las que hay una importante población hispana, y como ícono de esta última y de su importante presencia en ese país. En otros figuran imágenes de «catrinas» y diversos motivos alusivos al Día de Muertos como símbolos específicos de la cultura mexicana presente en el país del norte y dejando su impronta en él. 

Es así como, si bien no podemos considerar al muralismo una corriente pictórica al nivel del arte académico y las bellas artes (y, de hecho, no todo el muralismo es arte, aclarémoslo), no obstante, se ha ganado un lugar en nuestros espacios urbanos, embelleciendo en muchos lugares el paisaje que de otra forma sería sólo de edificios grises y sin gracia. 

Así como en otro tiempo el arte de embellecer los grandes edificios consistió en la ornamentación a través de los motivos bellos y arabescos del barroco, para que tales edificios fueran en sí mismos obras de arte, quizá así el actual «arte urbano» (toda proporción guardada y sin pretender poner a ambas cosas al mismo nivel) tenga como finalidad embellecer los espacios citadinos, para que, así decorados, los edificios no sean simples prismas grises y muertos, ni los muros luzcan tan vacíos y deprimentes, desdeñando la estética como casi siempre sucede, en pro de una finalidad meramente utilitaria, o, peor aún, afeando las paredes con propaganda de candidatos y partidos políticos, como suele suceder en el nuestro y en otros países de Hispanoamérica, pues ya que nuestra arquitectura actual no es capaz de emular la belleza de épocas pasadas (lo cual es por cierto irónico y muy lamentable), al menos un mural bien hecho y bien diseñado, con temática honesta y sin pretensiones de adoctrinamiento ideológico, siempre aportará atractivo visual y color a los espacios públicos, y en ocasiones también a los privados. 

 

 

camposquirozmiguel@gmail.com 

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