El muralismo en la escuela

EDUCARSE ILUSTRA 

Éricka E. Méndez Ortega 

 

 

El arte confluye 

 cuando la armonía acontece: 

Alicia Diéguez 

 

 

Para que haya una armonía y el arte confluya como lo expresa Diéguez, es necesario que se confabulen el tiempo, el espacio, los materiales, la creatividad, el diseño, los recursos humanos, las directrices, que forman parte de una obra artística. Pareciera una tarea imposible aquella de encontrar un lugar donde convivan todos estos elementos juntos, pero no, por supuesto que ese lugar existe y se llama escuela. Los edificios de los centros educativos fueron construidos, en su mayoría, en terrenos amplios, y lo que más tienen son bardas y paredes que bien se pueden aprovechar junto con los elementos antes mencionados para crear verdaderas obras de arte. 

Es precisamente en este lugar donde los docentes deben de echar mano de las habilidades que tienen los estudiantes, para lograr, a través del conocimiento, el desarrollo de los talentos artísticos que muchos de ellos posen, aunque ignoran que los tienen debido a varios factores que les han impedido darse cuenta del gran tesoro que guarda el entorno familiar. Y es que en ocasiones están rodeados de violencia, con carencia de una economía estable, con ausencia de alguien que les ayude a descubrir estas habilidades, o simplemente con la inhibición propia de no expresar sentimientos y emociones. Tales factores, entre otros, han hecho estragos en los estudiantes cuando se trata de ser artistas y pensar, por ejemplo, en pintar un mural. 

Ante esta iniciativa, no dudo de que muchos colegas, al leer estas líneas, piensen que es una idea descabellada y no compartan con quien esto escribe, la posibilidad de llevar a buen término esta propuesta, y que considero viable, sobre todo ahora que me dedicaré a impartir la disciplina de Artes a más de quinientos adolescentes en mi escuela secundaria (no está demás decir que acepto con beneplácito sus bendiciones ante tal hazaña). Todo lo anterior tomando en cuenta que dichos adolescentes tienen dentro de sí a una aliada muy poderoso que han dejado casi en el olvido y, que según Vigotsky, es la base de la actividad creadora, la imaginación. 

La imaginación estuvo sin duda presente en Rivera, Orozco, Siqueiros, Murillo, Reyes, Tamayo cuando niños, y ya consumados como artistas del muralismo, también. Así que tomando en cuenta que el muralismo es un arte social, puede muy bien trabajarse en las aulas, desarrollando conocimientos desde todas las disciplinas que forman el plan de estudios de la educación básica, puesto que en un mural están presentes la física, la química, la historia, la literatura, las matemáticas, y, por supuesto, las artes. 

Esta integración de disciplinas permitirá acercar a los alumnos a un aprendizaje significativo para darse cuenta de que, aun en el caos, pueden encontrar la más profunda belleza, y de esta manera apreciar toda manifestación artística, como la danza, la poesía, la música, la escultura, aprecio que desde pequeños tuvieron y que se fue perdiendo en el abismo de la insensibilidad, siguiendo estereotipos modernos predeterminados que cada vez afectan más la oportunidad que los adolescentes tienen de descubrir ese lado sensible que todo ser humano tiene por naturaleza. 

El muralismo es parte de la cultura y de la historia de los mexicanos, una de las tantas aportaciones que el pueblo de México ha hecho al mundo; por ello, es importante que no sólo se vea como un tema artístico más, sino también como un rasgo de identidad. Por tanto, las instituciones educativas, en todos los niveles, deben de tener un papel más activo difundiendo el arte mural y fomentando el aprecio del mismo en las generaciones actuales y las futuras como un medio de libertad. 

 

 

eryelmeor@gmail.com 

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