La genialidad del ser humano a través del muralismo
SABER PROFUNDO
Jorge A. Rodríguez y Morgado
“Yo pinto lo que veo en mi mente y lo que siento en mi corazón”:
Diego Rivera
El plasmar una figura en una pared es inherente al ser humano. Esta práctica viene desde la más remota antigüedad y es conocida como “pintura rupestre”. Ejemplo de ello se tiene en la Cueva de Altamira, España, y en la Cueva de Lascaux, Francia, entre muchos otros lugares. Un grupo de arqueólogos ha encontrado en una cueva de la isla de Célebes, en Indonesia, la muestra de arte rupestre más antigua realizada por el Homo Sapiens, una escena de jabalíes y bóvidos datada en 45,500 años.
La pintura sobre muros y paredes fue evolucionando y prevaleció en las culturas prehelénicas, en la Antigüedad Clásica y en la época de los romanos. Con la llegada del gótico y el rococó, esta práctica decayó, debido a que las paredes se sustituyeron por vidrieras.
Fue en el Renacimiento en donde la realización de frescos cobró relevancia y se produjeron grandes murales (Rafael en las estancias del Vaticano; Miguel Ángel en la Capilla Sixtina), manteniéndose esta práctica por mucho tiempo.
En el siglo XX, Occidente devolvió el protagonismo al arte mural gracias a la obra de los muralistas de México y de otros países de Hispanoamérica en donde se buscaba construir una identidad cultural nacional.
En México, país con hombres de gran talento y creatividad, el pintar sobre muros se ve reflejado en el movimiento artístico surgido a principios del siglo XX, después de la Revolución, conocido como “Muralismo”, creado por un grupo de artistas e intelectuales mexicanos que buscaban consolidar los ideales sociales creados en la revolución, destacando el nacionalismo dentro de su arte.
La palabra muralismo tiene el significado de “actividad que consiste en pintar en las paredes”. En México, el muralismo por su impacto y resonancia a nivel nacional e internacional es considerado el movimiento más importante del arte, ya que formó parte de un proyecto político-pedagógico-cultural que tenía por meta instalar la ideología de la Revolución Mexicana.
José Vasconcelos (1882-1959), filósofo y educador, como secretario de Educación Pública (1921) encontró que el 90% de la población en México era analfabeta, entonces buscó una manera mucho más sencilla de enseñar a la gente a entender. Reformuló la educación vinculando la escuela con la realidad social y la educación como principio de la igualdad. Para ello facilitó los muros de diferentes instituciones públicas a grandes artistas mexicanos que poseían las influencias ideológicas y plásticas de Gerardo Murillo Coronado, Dr. Atl, quien es considerado iniciador del muralismo.
Los primeros murales se hicieron en las paredes de la Escuela Nacional Preparatoria (Antiguo Colegio de San Ildefonso), donde pintaron artistas como Jean Charlot, Fermín Revueltas, Diego Rivera, Ramón Alva de la Canal, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Fernando Leal. Este recinto es considerado como “la cuna del muralismo mexicano”.
También el Antiguo Convento de Santa María de la Encarnación del Divino Verbo, edificio sede de la Secretaría de Educación Pública, fue parte del proceso de alfabetización gráfica que representó el muralismo. Allí, Diego Rivera plasmó con su arte pictórico la mayor parte de los muros, por ello Siqueiros lanzó severas críticas a Diego e incluso lo llamó “contrarrevolucionario”.
Además de la triada Diego Rivera (1886-1957), David Alfaro Siqueiros (1896-1974) y José Clemente Orozco (1883-1949), en este movimiento muralista participaron Rufino Tamayo (1899-1991), Antonio González Orozco (1933-2020), además de Federico Cantú (1907-1989), Juan O’Gorman (1905-1982), Fermín Revueltas (1902-1935), Pablo O’Higgins (1904-1983) y Ernesto Ríos Rocha (1968), entre otros.
Varias mujeres artistas surgieron también del muralismo, tales como: Aurora Reyes, quien en su obra “Atentado a las maestras rurales” (1936) se enfocó en plasmar problemas sociales y mostró inquietud por la condición de la mujer en la sociedad mexicana: Elena Huerta, Marion Greenwood, Elvira Gascón, Fanny Rabel, Rina Lazo, Electa Arenal, quienes participaron activamente en el movimiento muralista a pesar de los múltiples obstáculos y dificultades que experimentaron.
El movimiento muralista fue exportado a otras latitudes (Estados Unidos y Latinoamérica); asimismo, diversos artistas provenientes del extranjero arribaron a nuestro país atraídos por el movimiento y dejaron en él su particular estilo.
Ejemplo de ello fueron las hermanas Marion y Grace Greenwood, Pablo O´Higgins y Carlos Mérida.
Los muros que fungieron como lienzo para las obras de los muralistas no se limitaron a las de los recintos institucionales; sino que hubo una gran variedad de espacios: paredes de balnearios, pulquerías, mercados, hoteles, etc.
El muralismo cambió en muchos la manera de pensar de la sociedad acerca de los indígenas mexicanos, destacando su cultura y la enseñanza de su historia, e influyó en los artistas del momento, tanto nacionales como internacionales; muchos artistas incluían ahora problemas de relevancia social en sus pinturas y buscaban hacer su arte útil para el público, comunicando sus pensamientos acerca de la política de la izquierda, así como provocando conciencia social
En la actualidad, el grafiti callejero se puede considerar como una forma contemporánea y urbana de pintura mural. Es tal la influencia del muralismo y el deseo de exponer figuras, que el tatuaje, en la actualidad, parece ser una extensión del arte mural plasmado en las paredes (piel) del edificio (cuerpo) del ser humano.
Twitter @jarymorgado
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