La educación no le hace al teatro
EDUCARSE ILUSTRA
Éricka E. Méndez Ortega
La vida es una obra de teatro que no permite ensayos.
Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente
cada momento de tu vida antes de que baje el telón
y la obra termine sin aplausos:
Charles Chaplin
Cuando se piensa en la educación de los adolescentes es muy común que se consideren importantes sólo las materias académicas, aquellas que ayudan a obtener un conocimiento que les servirá al momento de elegir una carrera o que se podrá conectar con sus objetivos en un nivel superior: matemáticas, física, biología, química, español, entre otras. Sin embargo, olvidamos que si no formamos a los estudiantes también en el plano de la sensibilización y el arte, de nada servirá que el individuo sea un eminente científico, si carece de un ápice de cultura y valores que obviamente se verán reflejados en su actuar diario y con la inminente consecuencia social.
Coincido con la nueva escuela mexicana en su interés de formar alumnos integrales, sobre todo porque la adolescencia es una edad en la que todo se traduce en miedo, inseguridad y dispersión. Así que debemos de voltear a ver otras opciones que les ofrezcan a los estudiantes la posibilidad de expresare artísticamente y externar la lava de emociones que tienen acumulada dentro de ellos mismos, y además que lo hagan de manera bella, sin dañar a sus iguales.
Así pues, el teatro es una gran opción para reforzar la autoestima y seguridad del alumnado adolescente al trabajar tanto el autoconocimiento, como el conocimiento de los demás. El teatro es un recurso que, precisamente, desarrolla esas competencias que la educación ha dejado un tanto estancadas, como la comunicación y las habilidades interpersonales o la capacidad de concentración.
Las habilidades con las que el teatro trabaja ayudan en la mejora del lenguaje, la comprensión, dicción, vocabulario, pronunciación, entonación y vocalización, lo que impulsa a los estudiantes más tímidos a perder el miedo a relacionarse con los demás o a hablar en público. Ya desde el año 450 a. C., en los orígenes del teatro griego, los actores debían tener buena voz, perfecta pronunciación y capacidad para expresar los sentimientos del personaje que estuvieran representando. En el momento en el que los jóvenes aprenden a confiar en sus habilidades expresivas, son capaces de socializar mejor, tanto con el exterior como con su propio interior.
Por todo lo anteriormente expuesto, es necesario que en el plan de estudios de educación básica se incluya la actividad de teatro como una disciplina completa, igual a las demás materias; y es que sí se aborda, pero como parte de la asignatura de Artes, que se divide en música, danza, artes plásticas y teatro, y a la que se le destinan únicamente tres sesiones a la semana. La interrogante es: ¿cómo le hace un docente de Artes para dosificar los contenidos de estas cuatro disciplinas artísticas en una sola y en tan poco tiempo, y además dando los mejores resultados que pide la organización educativa? En fin, ojalá que pronto haya un cambio para bien de todos, antes de que la educación tenga que cerrar el telón.
eryelmeor@gmail.com
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