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La biblioteca histórica José María Lafragua

MUSEOS 

Eduardo Pineda

 

 

Es la literatura, una de las actividades humanas más ricas, diversas y gratificantes; a través de ella podemos imaginar otros mundos, narrar historias, establecer instituciones, describir la realidad, declarar guerras, alabar a Dios, inventar o celebrar héroes, reír, llorar, llenarnos de indignación, movilizar pueblos enteros, escribir anecdotarios personales, dar noticias, derrocar al tirano, cambiar al gobierno o, tal vez, ya no necesitarlo. 

La historia de la humanidad empieza a escribirse desde la aparición de la lengua escrita, antes de ello todo es prehistoria. El legado de nuestra especie será literario o no será, porque la arquitectura, la industria, la tecnología y hasta la era digital parten de las letras. Algún día, cuando la humanidad se extinga, dejará su historia escrita. 

Por ello es menester que los compendios de letras se resguarden y atesoren, que se curen, en el sentido amplio de la palabra, como se curan las piezas de museo.   

En la ciudad de Puebla contamos con dos grandes cofres para tales tesoros: la Biblioteca Palafoxiana, a la que en Sibarita la revista le he dedicado ya mis párrafos, y la Biblioteca histórica José María Lafragua. 

La historia de la Biblioteca Lafragua deviene de una anhelada biblioteca para un colegio jesuita, en el contexto del inicio de la obra educativa de la Compañía de Jesús en la ciudad de Puebla, a finales del siglo XVI. Desde la fundación del Colegio del Espíritu Santo, el primer colegio ignaciano, ejecutada en 1587 por la voluntad de un vecino de la ciudad, un rico comerciante de “grana cochinilla” de origen noble llamado Melchor de Covarrubias, se forjó un vínculo indisociable entre el Colegio y su acervo de papel y tinta. 

Don Melchor escribió en su testamento: 

“Que es mi voluntad que el rector que es o fuere del dicho colegio, a costa de su dotación, se compre una librería de los libros que suelen tener las librerías principales, y ansí comprada se ponga en el dicho colegio donde esté para siempre jamás, sin que ningún rector ni otra persona pueda vender ni sacar del dicho colegio para los estudiantes, lectores y predicadores, lo cual sea obligado a cumplir el dicho colegio.” 

Su deseo se cumplió con creces, Lafragua no sólo alberga los libros católicos que los jesuitas rescataron por varios rincones del planeta y llegaron a Puebla de formas diversas, también protege otros acervos: científicos, artísticos, naturalistas, literarios y un muy largo etcétera.  

La biblioteca que fuera del Colegio del Espíritu Santo y hoy es de la máxima casa de estudios de nuestro estado, se conformó como un lugar de resguardo de la memoria de la propia ciudad y de la entidad completa, y por tanto de su historia, a la vez que se configuró como un testigo de los procesos educativos por los que ha atravesado a lo largo de más de cuatro siglos. Su gran diversidad temática ha permitido que investigadores de diversas áreas del saber se hayan servido de ella para dejarnos a su vez, publicadas sus nuevas perspectivas y avances, mismas que siguen siendo punto de partida para seguir enriqueciendo ese entramado de conocimiento que construimos entre todos permanentemente. 

En la actualidad, la Biblioteca histórica José María Lafragua de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla ocupa un lugar destacado entre las bibliotecas de su tipo en nuestro país y mantiene relaciones de cooperación con instituciones de educación superior y culturales, tanto de México como del extranjero. Constituye un recinto para la memoria y la investigación de vanguardia, es punto de partida y llegada en el mar de las letras latinas, es estandarte, causa y finalidad de los estudios y los estudiantes, es un faro que huele a tradición monástica y que se abre a la sociedad moderna para recordarnos que de las letras venimos y a las letras retornamos cuando la inteligibilidad nos exige valernos de los pensamientos de otros para contrastar los nuestros y continuar así, la conformación de la especie que piensa, que siente y reflexiona.  

 

 

 

eptribuna@gmail.com 

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