MUSEOS
Eduardo Pineda
Una madre mira a otra
–un mar de pequeños cuerpos
quemados o decapitados
alrededor de ellas–
y pregunta,
¿De qué manera lloramos esto?
Nathalie Handal
Un breve recordatorio acerca de un lugar que anhela la paz en todos sus sentidos, en todos sus niveles y en todas sus circunstancias. El ejercicio de pensar en un museo que se refiera a la paz y, al mismo tiempo, pensar en el territorio del mundo que más la ansía, la grita y la reclama, me lleva sin duda a escribir sobre la ausencia de sitios de devoción a la cultura en Palestina, porque cuando exterminan a tu fraternidad, cuando borran a tu patria y se excusan en la ley de Dios para masacrar a tus hijos, los sitios que resguardan tu memoria dejan de existir en el imaginario colectivo y muy probablemente en el plano físico de lo que algún día fueron tus ciudades, tus calles, tus barrios, tu mundo.
Por eso hoy traigo a estas páginas el reclamo por el genocidio, por los abusos de Israel y su gobierno troglodita, por el contubernio con el juez del planeta que se atreve a auto nombrarse país de las oportunidades, que se prende una estatua indigna de la libertad como si fuera una joya en la solapa.
Por eso reclamo la paz para los seres humanos a quienes se las han arrebatado, así, si, no más porque sí.
con sacos de heridas
con sacos de heridas
sin brazos ni piernas ni dientes
tronchados por uñas de mugre
por pinchos de hierro
por hombres malditos sin dioses ni venas
No estás en las listas, pequeño
No existes, no sangras, no lloras…
Santiago Alba
El conflicto entre Israel y Palestina se remonta a 1917 cuando el gobierno británico, a través de la Declaración de Balfour, manifestó públicamente su apoyo hacia el establecimiento de un “hogar” para el pueblo judío en la región de Palestina. Dando autorización a los israelitas de desplazar a los palestinos. Esto, es la historia reciente. Pero, podemos remontarnos hasta la ciudad de Hur, en la que vivió el profeta Abraham y sus hijos, unos concebidos con Sara y otros con Agar, unos “legítimos” y los otros no tanto, de unos se derivaron los judíos, de los otros los musulmanes. Desde entonces se odian ambas razas, ambos pueblos.
El odio no termina, el amor es utopía, el oportunismo aparece una y otra vez, la apreciación de la belleza queda hechas trizas, es una quimera.
Hoy busqué un museo, una calle completa, una familia paseante, un estudiante hambriento de saber y, sólo encontré algunas líneas, que lloran, que sangran, que se inconforman.
Los colonizadores escriben sobre flores.
Yo te hablo de niños que arrojan piedras a los tanques israelíes
segundos antes de convertirse en margaritas.
Quiero ser como esos poetas que se preocupan por la luna.
Los palestinos no ven la luna desde sus cárceles.
Vaya que es hermosa la luna.
Vaya que las flores también lo son.
Recojo flores para mi padre muerto cuando estoy triste.
Noor Hindi
Insisto: Hoy busqué un museo, una calle completa, una familia paseante, un estudiante hambriento de saber y, sólo encontré algunas líneas, que lloran, que sangran, que se inconforman.
Encontré también a un paisano que malvive allá, en medio del atroz concierto de estallidos y rumores, entre el rugir de los tanques y los fuegos no artificiales de los misiles.
Él dice, porque se considera uno de ellos: ¡Qué se chingue tu conferencia sobre arte, mi gente se está muriendo!
