HITOS 

 

Quizá había más talentosas, carismáticas y reconocidas. 

Pero no más esenciales. 

Y, ciertamente, tan únicas. 

Porque antes de interrumpir su carrera a los 38 años para dedicarse al cuidado de los derechos de los animales, la francesa Brigitte Bardot (1934-2025) se encargó de deslumbrar al mundo con una belleza que iba ligada a su fuerte temperamento, belleza que en muchas ocasiones oscureció sus dotes actorales, aun habiendo sido dirigida por leyendas como Jean Luc Godard (Contempt1963) y Henri-Georges Clouzot (La Verité1960), quienes en su rostro encontraron uno que contenía multitudes, uno innegable en su esplendor que, aun en medio de los convulsos años 60, pareciera unificar mundo en su asombro ante esta bomba sexual (recordemos que era el crush de Guille, de Mafalda, además de haber seducido y abandonado a ese bon vivant maldito que fue el crooner Serge Gainsbourg) que no sólo sabía actuar sino que, además, dominaba el arte de no quedarse callada. 

Y fue precisamente eso lo que en su retiro parecería ser un lastre a la hora de evaluar su legado: declaraciones muy desafortunadas de racismoxenofobiahomofobiamaternidad (la relación con su único hijo da para una telenovela de las trágicas), y demás parecía era lo único que se atendía a la hora de hablar de ella, dejando atrás la leyenda que había seducido al mundo y mostrando a una persona que daba la impresión de tener una mentalidad permanentemente instalada en el prejuicio y lo arcaico. 

Pero basta verla en la pantalla para entender por qué no hubo nadie como ella antes de que llegara, y pocas leyendas como Brigitte ahora que se fue, a esa que le bastaba la magia del cine y su mirada para seducirnos.