¿Todos los artistas son ídolos?
Es de todos bien sabido a estas alturas, que un gran ídolo de México partió a las estrellas recientemente… Don Vicente Fernández.
Pero, ¿qué hay detrás de un artista que se vuelve parte de la gente y que se convierte en ícono cultural?
Yo considero, queridos amigos (as), que este culto obedece a varios factores:
Este tipo de artistas, los ídolos, tienen un común denominador con el público que asiste a sus conciertos, o películas, o exposiciones: reflejan la vida cotidiana de las personas.
Tienen la sensibilidad para captar las emociones de la gente y saben que es menester compartir el talento con los demás.
Cuando los artistas son capaces de provocar los sentimientos del público, éste se siente integrado a la vida misma de aquéllos, y en algunos casos, los sienten hasta como parte de la familia.
Quizá sea por esto que, cuando termina la vida de un artista famoso, como el caso reciente de Carlos Marín, quien fue integrante del extraordinario grupo “Il Divo”, a los fans nos invade un sentimiento de luto y pérdida, pues, aunque no lo hayamos conocido personalmente, sí sabemos de él o ella por su voz y sus canciones que llegaron a formar parte de nuestra vida cotidiana.
Tal es también el caso de Vicente Fernández. ¿Quién no se ha emocionado cantando “Ay, amigo”, por ejemplo, y al mismo tiempo recordó pasajes de la propia vida y le llegó ese pensamiento de: “¡¡¡Ay, güey!!! ¡A mí me pasó lo mismo!” O las historias escritas por Chava Flores, que narraban un México de mediados del siglo XX y en las que todos y todas conocimos a algún Cleto que cerró sus ojitos y … ¡nunca pagó lo que debía! (así dice la canción), y aunque pertenece a esa generación de los años 50´s y 60´s, no ha perdido vigencia porque refleja el estar de nuestra sociedad. ¡Así somos, pues!
No importa si el auditorio es de gente pudiente o de escasos recursos; en ese momento está el ídolo presente, y ya sea que la función se realice en un súper teatro o al aire libre, o, en el caso de México, en algún palenque, nos juntamos y cantamos y nos emocionamos frente a nuestro artista favorito.
El ídolo es capaz de borrar fronteras ideológicas, fronteras sociales, y en ese momento, pensemos lo que pensemos, le vayamos a cualquier equipo o tengamos el estilo de vida que más nos acomode o no, cuando nuestro ídolo está en el escenario… ¡lo es todo!
Porque en muchas ocasiones el artista dice lo que hubiéramos querido decir cada uno de nosotros. “¡Cuánto me debía el destino, que contigo me pagó!”, o ¿no le hubiera gustado decirle esto al bien amado o a la bien amada?
Hay casos en que el ídolo no es tan grande para algunos asistentes y ¡se nota!
Recuerdo una ocasión en que a una conocida la invitaron a ver y a escuchar al artista argentino Charly García (ni más ni menos), y a mi amiga la música de Charly le gusta, pero él no es su ídolo.
Al comentar un hombre que estaba junto a ella, en el público, que Charly era lo mejor del mundo y coreaba todas las canciones, se volvió hacia mi amiga y expresó: Pero ¡cómo! ¡No te sabes ninguna!
Es decir, el fan está casado con su ídolo. Está enterado de cómo vive, qué gustos tiene, le maravillan no sólo la voz y las canciones, sino la presencia que este ser humano tiene en el escenario, y cuando el artista hace alguna broma o chiste de lo más bobo, el auditorio fiel le va a celebrar cada una de las palabras que diga. Y es porque, a fin de cuentas, nos identificamos con aquel que tiene una cualidad de la que muchos de nosotros tal vez carezcamos: ¡Talento!
En fin, queridos (as) lectores (as), los artistas que se convierten en ídolos terminan formando parte de la identidad y de la idiosincrasia de la sociedad. Llegan a ser parte incluso de la historia de los países, y en algunos casos hasta de la historia mundial, llegando a más de 400 millones de personas en la primera transmisión vía satélite -All You Need Is Love.
Y ustedes, amigos (as), ¿a qué ídolo siguen?
Nos leemos en la próxima entrega.
https://drive.google.com/file/d/1AYKgneLd00DpAUZmenlFR_P1jMpzQ52b/view
Sergio Rizzo
rizzoser@yahoo.com.mx
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