El “amor platónico” y la Teoría del Amor en Platón
Se entiende coloquialmente por «amor platónico» a aquél que por lo general no llega a concretarse nunca en el plano material (aunque no siempre es necesariamente así), y más que constituir un amor por el ser concreto de la persona que es objeto de nuestros deseos, es más bien el amor hacia una imagen idealizada, e incluso muchas veces divinizada, de ese mismo ser, sin que necesariamente dicha imagen se corresponda con la realidad tangible.
Se trata de una admiración suprema hacia el ser amado, sin que en ella medie ningún tipo de deseo carnal o cuestión pasional, como sí sucede con el amor común.
Quizá el símbolo por excelencia de ese tipo de amor idealizado sea Dulcinea del Toboso, la amada de Don Quijote de la Mancha, que es Aldonza Lorenzo, pero a la vez no tiene nada que ver con ella. Es la dama, la emperatriz, e incluso la Diosa a quien Don Quijote se encomienda incluso antes que, a Dios mismo previamente a emprender todas sus hazañas, y a quien le dedica cada una de ellas, por quien siente un amor puro y caballeresco, y en quien proyecta todas las perfecciones posibles, humanas y divinas: un ser inmaculado que, como tal, existe sólo en su mente. O, mejor dicho, en el mundo de las Ideas Perfectas platónicas.
¿Es entonces correcto hablar de «amor platónico» en tales términos? Lo es en cierto sentido, si tomamos como punto de partida la teoría platónica de las Ideas, que son en sí mismas entidades existentes en su propio mundo trascendente, caracterizadas por ser los modelos perfectos y divinos de aquello que se manifiesta imperfectamente en el mundo físico. Entonces, la expresión «amor platónico» no sería en modo alguno incorrecta, pues nos hablaría de un tipo de amor en el cual lo que se ama no es la burda manifestación material del ser amado, sino su dimensión trascendente: diríase su alma, su ser espiritual o perfecto, una entidad que es celestial y sin defectos de ningún tipo. En términos cristianos, un ser que se acercaría a la realidad angelical.
No obstante, con el paso del tiempo, la misma expresión se ha deformado, y el amor platónico ha pasado a convertirse, eso sí incorrectamente, en sinónimo de amor imposible, inalcanzable, o peor aún, de amor no correspondido, y llega a relacionarse con el sentimiento de frustración ante la imposibilidad de alcanzar a ese ser que es objeto de amor. En los últimos tiempos, sobre todo como parte de la influencia de las redes sociales, ha surgido una expresión nueva para referirse a este tipo de amor. En vez de decir que se tiene «un amor platónico», ahora se habla de que se tiene «un crush». Como todo, la forma coloquial de expresarnos también evoluciona.
Ahora bien, ¿en qué sentido no es correcto hablar de «amor platónico» en los términos anteriores?
No lo es si tomamos en cuenta que lo anteriormente dicho no es lo que Platón dice sobre el amor. De hecho, la teoría del amor de Platón es sumamente compleja, y habla en sus diálogos no de uno, sino de varios tipos de amor. Y, si bien en El Banquete nos expone, a través de un mito sobre unos seres andróginos que en el principio de la humanidad fueron separados por Zeus en dos mitades, siendo condenados así a buscar su otra mitad para volver a estar y sentirse completos y en unidad, explicando así el origen del amor de pareja, no obstante Platón nos habla de la que para él es la forma más elevada del amor: el amor por la Sabiduría.
Es este tipo de amor el que lleva a los hombres a anhelar la verdad y en consecuencia a buscarla.
Se trata de un impulso que lleva al filósofo a buscar lo eterno y lo trascendente para entrar en comunión con lo divino, con el mundo de los Dioses o de las Ideas Perfectas. El propio término «filosofía» significa «amor por la sabiduría», y para Platón ello es el amor más alto al que debemos aspirar.
Desde luego, este tipo de amor se acercaría más a una vía mística que a lo que modernamente entendemos como «amor», pero siendo una de las varias teorías que a lo largo del tiempo han sido planteadas sobre este tema por grandes pensadores, no debe quedar sin ser considerada y analizada. Y por otro lado, esta forma de considerar el amor tampoco excluye lo que del tema se dijo al inicio de este artículo sobre la forma coloquial de entender el «amor platónico», pues éste implica amar lo que hay de verdadero, eterno, trascendente y divino, en otro ser o persona a quien se ama, ya sea que dicho amor llegue o no a concretarse alguna vez en el plano material.
Miguel Campos Quiroz
camposquirozmiguel@gmail.com
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