Amor a la poesía
Poesía para no expertos
Cada quien puede o no tener espacio en su vida para la poesía. En los tiempos que corren, cada vez es más complicado toparse con lectores de poesía, lo que sin duda es una pena pues se privan de uno de los placeres más extraordinarios del mundo de la literatura.
En mi caso, la poesía llegó a través de la influencia de mi padre. Él escribió poesía toda su vida, incluso ya ciego dictaba sonetos.
Desde niño me atrapó. Nunca he escrito un solo verso, pero he disfrutado a lo largo de más de seis décadas la pluma de los poetas. La poesía es sentimiento, imaginación y amor, así la define mi experiencia.
Cuando cursaba la secundaria y la preparatoria en el CENHCH, dos maestras terminaron de modelar mi gusto por la poesía: Irma Idalia Viramontes y Josefina Rossáinz; esta última nos hizo aprender de memoria un soneto de Félix Lope de Vega y Carpio (1562-1635), el cual trata de cómo se hace un soneto; lo reproduzco a continuación:
Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.
Parece muy sencillo. El diccionario de la lengua define así al soneto: “Composición poética que consta de catorce versos endecasílabos distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. En cada uno de los cuartetos riman, por regla general, el primer verso con el cuarto, y el segundo con el tercero, y en ambos deben ser unas mismas las consonancias. En los tercetos pueden ir éstas ordenadas de distintas maneras.”
Su origen se ubica en Italia, y son célebres los sonetos de Dante a Beatriz, contenidos en la “Vida Nueva”.
Pasa a España y ahí los grandes del Siglo de Oro le dan un impulso importante.
Fue cultivado por el ya citado Lope de Vega, además de Luis de Góngora, Quevedo, Calderón de la Barca y Cervantes. En nuestro continente, por Sor Juana. Y en el siglo pasado, por Neruda y Borges.
Hoy en México destaca Víctor Manuel Mendiola.
Ante una pregunta sobre cómo escribir un soneto, Alfonso Reyes decía: muy fácil, son 14 versos, dos cuartetos y dos tercetos. Pero agregó: en medio de cada cuarteto, terceto o endecasílabo, hay que mezclar el talento. Ese que solamente tienen los poetas.
Luis Antonio Godina Herrera
godinaluis@hotmail.com
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