Cien poesías recitables para niños

Está demostrado que en educación el uso del canto es efectivo cuando de memorizar textos se trata. Incluso, como método didáctico, llegó a emplearse para que los pequeños se aprendieran de memoria las tablas de multiplicar: “nueve por uno nueve, nueve por dos dieciocho, nueve por tres” … hasta llegar al “nueve por diez noventa”. Así, esa tabla se volvía imborrable pues bastaba sólo recordar la rima para tenerla presente. 

No en balde las epopeyas homéricas “La ilíada” y “La odisea” originalmente no se leían, sino se cantaban. Los encargados de ello se llamaban “rapsodas”; por eso, a los textos o capítulos actuales de “La odisea” se les denomina “rapsodias”, término de origen griego que equivale a “ensamblar canciones”. 

De este modo, la gente las asimilaba mejor y las recordaba. 

Igual que en las religiones, verbigracia los “salmos” bíblicos, cuyo origen son los cánticos que se realizaban en el Tempo de Jerusalén. 

De manera que esta práctica de trabajar con los estudiantes, sobre todo con los pequeños, aprovechando las rimas de la poesía, ayudan a estimular, en sus mentes en formación, la lectura, el disfrute y la asimilación de textos que en prosa resultarían tediosos.    

Por eso hoy quiero aprovechar para recomendarles a los lectores con hijos, sobrinos o amigos pequeños, que busquen libros de poesía acordes con la edad de esos infantes, y que se los acerquen. Al leerlos y aprendérselos de memoria, el atractivo que implica la musicalidad de las rimas muy probablemente coadyuve a elevar su nivel intelectual y espiritual, a fin de que en el futuro sean ciudadanos de bien, pues como se ve en la actualidad, la situación de insensibilidad y violencia está al alza. 

Por mi parte, aprovecho para recordar y recomendar un pequeño libro titulado “Cien poesías recitables para niños”, recopilación de Josefina del Rial, publicado por la Editorial Azor. El libro está dividido en dos grupos de poemas: Para los chiquitines, y Para los mayorcitos. 

Es difícil ser insensibles a versos tan sencillos como los de esta estrofa del poema “Amor filial”, de Amado Nervo, que viene en esta pequeña obra: 

 

Yo adoro a mi madre querida, 

yo adoro a mi padre también; 

ninguno me quiere en la vida 

como ellos me saben querer.  

 

O a este otro, a propósito del bullying, del argentino Antonio A. Gil titulado “Infancia”: 

 

Se encontraron en la plaza 

por primera vez, y ya 

como viejos conocidos 

se pusieron a jugar; 

y por una bagatela 

se pegaron sin cesar. 

 

Terminada la contienda 

cada cual se fue a su hogar, 

incubando la venganza 

más terrible y ejemplar: 

y al hallarse al otro día, 

… ¡se pusieron a jugar! 

 

Como se ve, nada que ver con la violencia extrema del bullying actual, auspiciado y promovido sin duda por las redes sociales. 

Podemos concluir sin dudarlo que, combinando la instrucción de los alumnos con lectura de tal clase de poemas, formaremos nuevas generaciones de personas, para que sea menos frías y más sensibles, esto es, para que cumplan con el perfil de personas cultas. 

 

 

 

Miguel Campos Ramos 

camposramos@outlook.es 

@miguelcamposr15  

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