Comida, música y bebida, en la justa medida

¡Ah! El buen comer. No sé ustedes, queridos (as) lectores (as), pero para un servidor uno de los placeres más grandes de la vida está en tomarse el tiempo y disfrutar de la comida.

Paladear y saborear cada bocado abriendo los sentidos a la experiencia que, está por más decirlo, si es con buena música ¡qué mejor!

Mi padre decía: “… ¡Este come como si me odiara!…” Claro, con el deseo oculto, seguramente, de que me mantuviera el gobierno. ¿Quién le manda haberme creado tragón?

El asunto, queridos (as) amigos (as), es que estoy seguro de que no soy ni el primero ni el último de los músicos que pensamos en comida y en la delicia que ésta conlleva.

A lo largo de la historia de la música la gastronomía está ligada a este arte, no sólo para acompañar el pan, el vino, el queso, la presencia de los amigos y la gente querida, sino que también ha servido de inspiración para grandes compositores que han incluido en sus obras musicales la importancia y el placer de la comida. Aquí van algunos ejemplos:

“…Me he de comer esa tuna, aunque me espine la mano…” Canción de Miguel Zacarías y Manuel Esperón que se popularizara en voz de Jorge Negrete, quien no sólo se come la tuna sino que es juzgado como hombre malo porque se comió un durazno.

Otro ejemplo maravilloso es el “poema-canción” de Chava Flores “La taquiza”. Ya desde el nombre de la pieza se nota el alto contenido gastronómico y cómo sus líneas retratan la gran variedad de tacos, con el maravilloso humor que caracterizó a este sensacional compositor. Fíjense:

“…Al pasar frente a los tacos, yo te daba el corazón…Tú en lugar de recebirlo te metiste hasta el rincón…

Pa’ decirte que te quiero ya te tuve que alcanzar, tú ordenabas al taquero 3 de lengua pa’ empezar,

otros tacos de suadero, 6 de bofe y de cuajar.

Te expliqué casi llorando que te amaba con pasión…Tu le entrabas a los de ojo, tripa gorda y corazón…Y cuando quise poner fecha, pa’ la iglesia y pa’l cevil…

Te aventates como flecha al cachete y nenepil…Erutabas satisfecha, ay hijita, yo te hablaba de perfil.

Al seguir con los de oreja, entróme la preocupación…Vino trompa, sesos, buche, los de nana y chicharrón…

Siguió el cuero a la taquiza y hasta el hígado surgió…Y llegó la longaniza, la cecina, el riñón…

y al entrarle a la maciza, me saliste con que no…”

 

Muy recomendable también es la canción de “La chilindrina”, del mismo autor, en la que usa su clásico doble sentido (en ésta sin albúr) y describe los diferentes panes de México.

 

Y qué me dicen de Tin-Tan con la maravillosa canción “El panadero con el pan”, en la que nos dice la variedad del pan mexicano, que, entre otras cosas, en mi opinión, es de los más exquisitos del mundo. En su canción Tin-Tan habla de:

 

“Traigo bolillos y teleras en sazón, también gendarmes, besos, conchas de a montón.

Y traigo hojaldras, novias, cuernos.

Tome le traigo corbatas, volcanes, piedras, viudas, rejas, ¿un abrazo no?

(¿Y los cuernos que pasó?)

Ay, no se va a poder, marchantita.

 

Así, Existe una infinidad de canciones en la que la comida o bebida forman parte medular de la composición: “Te veo tomando café”, “Un pan”, ambas de Carlos Arellano; “Ojalá que llueva café”, de Juan Luis Guerra y de la que existe una excelente versión con Café Tacuba; “El mole”, de Virulo; “La cumbia del mole”, que interpreta Lila Downs; “Con las manos en la masa”, de Joaquín Sabina y que fue el tema para un programa culinario en España del mismo nombre.

En fin, podría escribirles más títulos de canciones que tienen que ver con el placer de comer y disfrutar lo que el paladar recibe.

Este maridaje que se logra en el comer, beber y escuchar, nos brinda  reafirmar que la vida es bella y a colores.

En esta ocasión les dejaré el link de “Ojalá que llueva café”, con la interpretación de Juan Luis Guerra.

Disfruten de la vida y por aquí nos encontramos en la próxima.

Sergio Rizzo

rizzoser@yahoo.com.mx 

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