Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor sale por la ventana

SOCIOLOGÍA DE LA SUPERVIVENCIA 

Silvino Vergara Nava 

 

 

“Aprendí que si no puedes ser feliz 

con pocas cosas, no vas a ser 

feliz con muchas cosas. 

… 

La felicidad no es tener cosas, 

sino darle un sentido a la vida.” 

 

José Mujica 

 

 

¿Por qué ya no hay bodas?, ¿por qué la gente ya no quiere casarse?, ¿cuántas uniones libres y cuántos nuevos matrimonios al año?, ¿por qué aumenta el índice de divorcios?, ¿cuántos divorcios y cuantas simples separaciones conyugales?, ¿cuánto tiempo es el promedio de duración de un matrimonio?, ¿por qué ya no queremos asumir responsabilidades? 

Una de las respuestas a todas estas preguntas pudiera ser ese viejo refrán que reza: “cuando la pobreza entra por la puerta, el amor sale por la ventana”, pero no es generalmente así, en realidad es el comportamiento humano de la actualidad. 

Hay un problema mundial actualmente respecto a los casamientos, matrimonios, uniones libres, divorcios, es más, esto ya se ve reflejado en el índice de natalidad de muchos países del mundo, particularmente los más avanzados, los denominados del primer mundo, basta con leer las noticias para cerciorarse que en España hay poblaciones con personas únicamente mayores, ya no hay jóvenes, menos aún hay niños, Italia es otro ejemplo de ello, y desde luego, Francia, que incluso pareciera que está a punto de que sea mayor la población de musulmanes que de quienes aún corresponden a la cultura francesa; todo pareciera que el amor se acabó en estos tiempos de la humanidad, o bien, solamente quedó para el mes del amor y la amistad. 

Es cierto que todos estos fenómenos en la sociedad son unas muestras de nuestra vida contemporánea, el amor se acaba cuando entra la pobreza, efectivamente pudiera ser una respuesta ante tanto divorcio y separación de matrimonios, pero hay que considerar que esto se debe también al exceso de consumismo de nuestros tiempos, basta con recordar que nunca antes habíamos sido los seres humanos tan consumidores como ahora. 

En la pre-modernidad, la generalidad de las personas vivía en lugares rurales no urbanos, que podían adquirir algún bien, pero que normalmente compraban productos indispensables para su subsistencia diaria, herramientas para su trabajo, en las ferias que eran muy ocasionales, cuando “bajaban al pueblo”, o bien, los domingos acudiendo a misa, etc., se realizaba alguna compra, pero el consumo no era la actividad más recurrente de la población, por el contrario, era ocasional. Hoy es a la inversa, permanentemente consumimos, eso provoca, desde luego, una mayor carga económica en los matrimonios y allí es en donde entra ese dicho popular: “cuando la pobreza entra por la puerta, el amor sale por la ventana”. 

Además, otra forma de consumir es el turismo, eso no existía antiguamente, muchas generaciones de seres humanos no pasaron más de 100 kilómetros de distancia de donde vivieron, millones de seres humanos nacieron, crecieron y murieron en las mismas casas, en las mismas poblaciones o en las mismas zonas rurales, no había la movilidad que hoy tenemos, menos aún los medios de comunicación para ello.  

Hoy, el turismo es uno de los ingresos más importantes en muchos países, prácticamente viven de ello, pero ya llegó al extremo, basta con recordar recientemente las manifestaciones en las Islas Canarias de España por sus habitantes, que exigen una forma de regular el turismo ante las masas de turistas que invaden sus calles, esto no es otra cosa más que más consumismo. 

Pero el problema del consumismo es que éste va aparejado en la actualidad con el individualismo, o, mejor dicho, con el hiper-individualismo, es decir, que cada quien se lleve su propia vida disfrutando, sin importar lo que sucede al rededor, en tanto se encuentra bien, y que el mundo siga rodando, es decir, la total indiferencia de lo que sucede en nuestras sociedades modernas.  

Ya lo decía Gramsci, (1891-1937) el pensador italiano de izquierda, que lo que más odiaba era a los indiferentes, y eso que no nos conoció a nosotros, a estas nuevas generaciones; ese comportamiento de la indiferencia, sumado al consumismo y a esa hiper-indvidualidad es muestra de estos fenómenos que se están viviendo en la sociedad y que repercuten en la economía de los matrimonios. Así, la ausencia de matrimonios no es otra cosa que la manera de esquivar compromisos; por su parte, los divorcios y separaciones matrimoniales es la manera de resolver el problema para llegar a “un mundo feliz”.

 

 

(Web: parmenasradio.org) 

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