Cuesta Mucho

Colaboración especial

Guillermo Pacheco Pulido

 

Resulta complejo usar definiciones para explicar palabras. Tal es el caso de la palabra DEMOCRACIA.

Nuestro país nos otorga un concepto acertado al respecto y nos dice que la Democracia no solamente es una estructura jurídica y un régimen político, sino un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo. Lo anterior se contempla en el inciso a) de la fracción II del segundo párrafo del artículo 3 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

A mi entender, se complementa con la parte primera del artículo 40, que señala que “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, Democrática…”

Lo anterior se considera un concepto real y claro de lo que es la democracia en sí, como principio fundamental de una sociedad jurídicamente constituida.

A su vez, “la democracia es el destino de la humanidad, la libertad su brazo indestructible”, dijo  Benito Juárez.

Entendemos que la democracia, de acuerdo con la Constitución, está destinada a crear y mantener un sistema de vida donde sea esencia y origen la dignidad de la persona, el respeto a su libertad, a su creencia, al fortalecimiento de su pleno desarrollo en amplitud de justicia y protegida por la Ley. Que sus Instituciones tengan la plenitud de modernidad al servicio de la colectividad que las crea.

Realmente el concepto de Democracia en el campo ELECTORAL se enuncia en el contenido del artículo 41 Constitucional.

De todo lo anterior se deriva, según la etimología del concepto “democracia”, que la población o el pueblo es el que determina cómo se estructura su sistema jurídico y político, y bajo qué principios se regirá.

Para una mejor comprensión, la palabra democracia proviene del lenguaje griego Demos, “pueblo o población”, y kratos, “poder”.

La Democracia surgió en Atenas. El padre de la democracia, se dice, fue el ateniense Clistenes.

El platonismo y el aristotelismo atribuyeron la titularidad del poder al conjunto de la población; esta, reunida en el ágora o plaza pública, tomaba las decisiones para normar la vida griega de sus habitantes y sus instituciones.

Pensaban los griegos que no había mejor sistema político para lograr la paz, que la democracia, y desechaban la dictadura, porque esta “se presentaba acorazada, como repetía Antonio Gala, porque había de vencer, y la democracia se presentaba desnuda, porque había de convencer”.

El concepto de democracia se ha fortalecido a través del transcurso del tiempo, y, como señala nuestra Constitución, la democracia es todo un sistema de vida destinado a lograr la felicidad del ser humano.

Algunas personalidades históricas al respecto nos han manifestado:

“La Democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”: Abraham Lincoln.

“Para los que no tenemos creencias, la democracia es una religión”: Paul Auster.

Muchas voces se han escuchado en la historia, y de ellos debemos aprender algo; por ejemplo, Albert Einstein dijo enfático: “Mi ideal político es la democracia en donde cada uno debe ser respetado como persona y nadie debe ser divinizado”.

Así, pues, en la democracia en general se nos hará participar en la vida social, con un permanente diálogo con los demás para alcanzar objetivos comunes.

En la democracia política, decía Abraham Lincoln, “una papeleta de voto es mejor que una bala de fusil”.

Una voz vigente nos dice: “Derechos iguales para todos. Privilegios especiales para ninguno”: Thomas Jefferson.

Los mexicanos hemos construido una Democracia tendiente a lograr la paz y una convivencia civilizada.

Compromiso con la solidaridad, la tolerancia y sentido de respeto, debe ser nuestro camino histórico.

Construir una democracia es consecuencia de la Unidad de una población; requiere esfuerzos, sacrificios, tolerancia y compromiso general con todos los valores humanos y sus principios de libertad.

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