¿Cultura popular vs alta cultura?
LA CAVERNA
Miguel Campos Quiroz
Hay varias maneras de entender la cultura. Aún sin entrar a definiciones precisas, al oír el término, la mayoría de las personas se hacen una idea, más o menos difusa, de lo que se quiere decir con él. Así, por ejemplo, se habla de la cultura de un pueblo o país, de la cultura del consumo, o de la cultura juvenil. También suele entenderse, cuando se dice que «fulano de tal es un hombre de mucha cultura», que se trata de alguien con amplios conocimientos sobre temas diversos que versan sobre lo humano o lo académico, conocimientos que puede haber adquirido leyendo, viajando, o por el contacto con otros seres humanos, sobre todo con personas doctas e instruidas. En otras palabras, este «hombre de cultura» es lo que también suele denominarse un «hombre de mundo».
Sin embargo, más allá de este amplísimo abanico de modos de entender la cultura según los más diversos contextos, la cultura suele dividirse en dos principales clasificaciones: la «alta cultura» y la «cultura popular». Sin embargo, antes de entrar en el análisis de estas últimas, es necesario definir primero lo que es la cultura.
Someramente hablando, la cultura puede definirse como todo aquello que es de producción humana y que no existe previamente en la naturaleza. Desde los rudimentos más básicos de la herramienta sencilla y el trabajo manual (la misma palabra «cultura» está relacionada con «cultivo», y ambas tienen la misma raíz), pasando por los conocimientos técnicos de mayor o menor complejidad, hasta la obra de arte más sublime o la creación del Quijote, todo ello es cultura, pues todos son productos y artificios de la facultad racional y creadora de la mente humana.
Dicho lo anterior, es fácil ver que todos los seres humanos que vivimos y hemos evolucionado dentro de la civilización, vivimos rodeados de la cultura e inmersos en ella. La cultura es nuestro medio y nuestro hábitat, y es imposible que salgamos de ella sin cruzar el umbral hacia lo salvaje, y aun en este último ámbito, si hay seres humanos existe el embrión de la cultura.
Ahora bien, habiendo definido lo que es la cultura, ¿qué es lo que entendemos por «cultura popular» y por «alta cultura»?.
Supuesto como tenemos que cultura es cualquier cosa producida por el hombre, desde una simple vasija con valor utilitario, hasta nuestro lenguaje y todas sus posibles sublimaciones poéticas y literarias, toca ahora dilucidar lo que diferencia sus dos divisiones principales.
En general, suele entenderse la «alta cultura» como aquellas expresiones de la cultura que se consideran como las más elevadas y sublimes, y por lo tanto elitistas. Por lo general asociada con las Bellas Artes, la literatura y los conocimientos académicos, así como con los gustos refinados, la alta cultura se considera y se supone que está reservada para intelectos cultivados y espíritus altamente sensibilizados a la Belleza. Así, por ejemplo, en la gastronomía la alta cultura sería lo gourmet, lo exquisito (lo SIBARITA), mientras que en la música y en el arte serían Vivaldi, «La Virgen del velo» de Giovanni Strazza, o los grabados de Doré.
En el otro extremo del espectro, tenemos la otra cara de eso que llamamos La Cultura, y que es lo que conocemos como «cultura popular». La cultura popular suele ser muy ligada con otro término muy común, que es lo que se denomina como «cultura de masas», en oposición a la elitista «alta cultura», y si bien esto es parcialmente correcto, no obstante, la cultura popular no está limitada a ello, aunque por definición lo implica.
Otro término con el que la cultura popular ha sido identificada, es con el término «cultura pop». Y si bien esto también es parcialmente correcto, este último término suele estar más referido a la cultura de lo comercial, de lo mediático, del consumo, y de lo que está de moda. En otras palabras, el término «cultura pop» se refiere más a lo que significa ese término que nos ha llegado del mundo anglosajón, que es el mainstream. Y si bien por la propia definición y naturaleza de lo que la cultura popular es, todo ello está implicado dentro de ella, no es lo que antropológicamente se entiende por «cultura popular».
En realidad, la cultura popular no es sino el conjunto de las expresiones humanas, las prácticas, las creencias, la tradición y costumbres, las narrativas, etc., que son inherentes al pueblo, a la colectividad en general.
La cultura popular está presente tanto en el habla coloquial de la gente, como en la religión mayoritaria de un país, en un baile popular, o en un concierto masivo. Pero está también en el folcklore y la tradición oral de las naciones, e incluso en sus producciones tanto artesanales como artísticas. Se diferencia de la alta cultura principalmente en su alcance, pues mientras que esta última es elitista y dirigida a grupos minoritarios y selectos (ya sea por condición social o por formación), la cultura popular, en todas sus expresiones, está al alcance de todos, está en todo, y podría decirse que todos participamos de ella en buena medida.
Ahora bien, ha llegado el momento de preguntarnos: ¿Ambas formas de cultura son excluyentes entre sí, opuestas o irreconciliables?
En realidad, si bien suele asociarse aquello que llamamos la «alta cultura» con productos culturales de alta calidad (pues no se puede negar que no es lo mismo la música de banda que la música académica), tampoco es menos cierto que hay expresiones de la cultura popular, en las tradiciones y en el folcklore de las gentes, en su música y en su arte, que son bellas y sublimes, y que pueden ser en muchos casos elevadas a la categoría de alta cultura. Muchas de tales expresiones no pocas veces han sido reflejadas en las grandes obras literarias, en cuadros de grandes pintores, o en célebres óperas.
Y en sentido inverso, tampoco hay que dejar de observar el fenómeno opuesto, esto es, que desde la democratización del conocimiento y el acceso a la totalidad de éste, gracias a los medios de comunicación y hoy en día a la Internet, en buena medida aquello que llamamos «alta cultura» también se ha popularizado, al menos en la medida en que, más allá de conocer la mayoría de las personas las grandes obras por icónicas en el imaginario colectivo (como la Gioconda, que en tantas camisas, tazas y juguetes aparece), las Bellas Artes y las expresiones más sublimes de la producción y creatividad humanas han podido penetrar en el conocimiento y en el gusto de las personas de todas las clases sociales, por lo menos entre los individuos más sensibles e instruidos, sea cual sea su estrato.
contacto: camposquirozmiguel@gmail.com
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