SABER PROFUNDO
Jorge Antonio Rodríguez y Morgado
“Serenidad y paciencia, Solín, mucha paciencia”:
Kalimán
Un cómic es una narración que combina imágenes y texto para contar una historia, está organizado en una secuencia de ilustraciones, generalmente a colores, mostrando la vivencia de los personajes de una manera interesante, agradable, y la mayoría de las veces graciosa. Estos elementos gráficos y verbales se combinan para crear una narrativa que puede variar en extensión, desde tiras cortas hasta novelas gráficas completas. En español, al cómic también se le conoce con los nombres de historieta, tira cómica, monitos o cuento.
La palabra “cómic” deriva del inglés “comic”, que a su vez proviene del latín “komos”, con el significado de “divertido”, “gracioso”, y del griego komikos, lo que en español sería traducido como “cómico”. Inicialmente, se usó para las tiras cómicas de los periódicos estadounidenses por su carácter humorístico.
Si bien es difícil establecer cuál es el origen del cómic se considera que las pinturas rupestres en las cuevas de los primeros seres humanos fueron la base del cómic, ya que, para poder explicar un acontecimiento los cazadores pintaban en las paredes de la cueva una secuencia de caza, una especie de protocómics.
Antecedentes del cómic se pueden apreciar en Mesopotamia. Los sumerios imprimían símbolos y dibujos sobre arcilla formando una tira. En el Antiguo Egipto, la necesidad de narrar sus propias historias lleva a la creación de una serie de obras donde se combinan dibujos y textos jeroglíficos. Las vasijas griegas, los frescos romanos, las pinturas eclesiásticas y los manuscritos medievales son referencias reconocibles del cómic.
En la Edad Media europea, la narración visual fue común en las naves de las iglesias, como en las 167 vidrieras policromadas de la catedral de Chartres. Pero la tira cómica moderna se popularizó en periódicos a finales del siglo XIX.
Generalmente el cómic es asociado con una forma sencilla de entretenimiento, dirigida a los niños y poco profunda; sin embargo, en su esencia ha sido orientado hacia la clase baja de la sociedad, comenzando con intenciones políticas y de impacto cultural. En la actualidad, sabemos que el cómic es un activo constructor de una base social con un pensamiento divergente.
La imprenta, en el siglo XV, es el punto de partida de la historia del cómic, pero la reproducción masiva del dibujo no fue posible hasta 1789, año en que se inventó la litografía, ya que ésta permite la impresión directa sobre la página sin ningún proceso humano intermedio.
Rodolphe Töpffer es reconocido como el popularizador del cómic moderno, publicando varias obras entre 1827 y 1845. En 1895 el suplemento dominical del New York World lanzó la primera tira cómica regular, “The Yellow Kid”, marcando el comienzo de las historietas modernas a color y dando origen al término “periodismo amarillo”.
El cómic en México tiene una larga historia que lo ha señalado como un importante referente de vida y un fiel reflejo de la sociedad y la cultura popular del país; ha marcado a más de una generación a través de cuentos de aventuras llenas de fantasía o aquellas que reflejaban una crítica social.
Se dice que tan sólo una tirada podía vender a diario 350,000 ejemplares, y que un mismo ejemplar podía ser leído por una media de cinco personas. Esto produjo que alrededor de 10 millones de mexicanos fueran capaces de compartir los mismos deleites culturales en los cómics existentes.
En los años veinte aparecen publicados en El Universal como bandas o en suplementos, Mamerto y sus conocencias (1927-1940), y Chupamirto (1927-1950), el clásico peladito callejero, precursor de Cantinflas.
Entre los años 30 y 50 del siglo pasado dio inicio la llamada época de oro de la historieta mexicana. Nuestros abuelos y padres, e inclusive algunos hermanos, crecieron con las historias de algunos cómics del país.
En la década de 1930 las tiras se independizaron de los periódicos y aparecieron como revistas que fueron consideradas principalmente para el público infantil y quizás por ello en México tuvieron en un inicio nombres como Paquín, Paquito o Pepín (1936-1954). Sin embargo, sus lectores fueron jóvenes y adultos y se abrió un insospechado mercado de novelas gráficas que retrataron la cultura popular de la época.
Basta con preguntarles a las personas mayores acerca de Memín Pingüín (1947), La familia Burrón (1948-2009) -la historieta más longeva de México que logró llegar a un tiraje de medio millón de ejemplares diarios, Chanoc (1959), Kalimán (1965), Fantomas (1964), Lagrimas, Risas y Amor (1962), Los supermachos (1965) y el Libro Vaquero (1978), del que a la fecha continúan imprimiéndose cuatrocientos mil ejemplares a la semana. Cómics que les hacen recordar su infancia y sirvieron como una poderosa referencia de vida.
Cada uno de los cómics brindó un aprendizaje, una anécdota, un dicho, algo tan mexicano que sólo nosotros, inmersos en nuestra cultura, podemos entender. El cómic sirvió como un espejo social y una fuente de guía moral, transmitiendo valores éticos y fomentando la reflexión sobre la realidad.
Se aprecia que la historieta popular mexicana a lo largo del tiempo quedará en vestigios, ya que los nuevos modos de narración como las telenovelas y caricaturas reemplazaron las fotonovelas e historietas, y ahora el Internet y las nuevas herramientas de creación están reemplazando paulatinamente el soporte del papel a historietas en línea.
