“El decamerón”, sexualmente revolucionario

Se creía que la Edad Media fue una etapa de oscurantismo en Europa, en buena medida propiciada por el cristianismo, religión predominante. 

Esta idea fue apuntalada por “La divina comedia”, la gran obra que consagró a Dante Alighieri y que más influyó para la propagación de conceptos como Infierno y Purgatorio, pues el sexo era bien visto para procrear, no para disfrutar del placer, y por eso era visto como pecado. 

Tuvo que llegar Giovanni Boccaccio, por cierto biógrafo y gran admirador de Dante, para escribir y publicar su celebérrimo libro “El decamerón”, en el cual nos hace saber que tal edad oscura no existió realmente, sino que la gente se divertía y gozaba de la naturaleza de su cuerpo con singular desparpajo. 

Así lo describe en voz de los diez protagonistas de dicha obra, quienes, tras huir de la peste que ahogaba a Florencia, se refugian en un castillo abandonado y ahí, durante diez días, cada uno narra un cuento (diez por jornada, hasta sumar 100), la mayoría picarescos y con tintes explícitamente sexuales y con gran derroche de placer.  

Quizá el cambio de enfoque fue que Dante vivió y escribió en las postrimerías del siglo XIII, y Bocccaccio lo hizo en los albores de pleno siglo XIV, siglo que precedió a la gran explosión cultural que desembocó en el Renacimiento. 

Basta mencionar que gran cantidad de personajes de esta gran obra, cuyo autor por cierto está considerado como el creador del cuento (como del ensayo lo fue Michael de la Montaigne), son monjes, monjas, ermitaños, jovencitas inocentes e inquietas, prestamistas, etc. Toda una caterva de personajes a los cuales el pecado preconizado por Dante y su “Comedia” les tenían sin cuidado. 

Basta recordar uno de dichos cuentos (para motivar la lectura del conjunto), titulado “El hortelano del convento”. Trata de un joven vivales llamado Maseto de Lamperuchia, que se hace para por sordomudo con tal de trabajar como hortelano en un convento donde hay sólo monjas jóvenes y una madre abadesa. Cuando Maseto empieza a trabajar en el jardín, enseña sus fuertes y jóvenes músculos. Un par de monjas lo ven y siente el despertar de su libido. Al darse cuenta de que es “sordomudo” deciden aprovecharse y satisfacer sus necesidades carnales. Están con él varios días, hasta que otras monjas las descubren, y a fin de no denunciarlas, exigen también gozar del mancebo. Así hasta que todas disfrutan de él y con él. Bueno, el colmo, ¡incluso la madre superiora! 

El final es de película, y por eso no lo revelaré aquí, a fin de que los lectores se acerquen a esta gran obra que sin duda revolucionó el  concepto del placer carnal. 

Cabe hacer notar que pese a descripciones sexuales, no es bajo ninguna circunstancia una obra que se acerque  a algo pornográfico. Muy lejos está de ello. Es más bien una obra picaresca. O diríamos hoy, de mucho relajo.  

Disfrútenla. 

 

 

Miguel Campos Ramos 

meil: camposramos@outlook.es 

Twitter: @miguelcamposr15  

Compartir

About Author

Related Post

Leave us a reply