¿El final de la literatura se acerca ya?
SOCIOLOGÍA DE LA SUPERVIVENCIA
Silvino Vergara Nava
¿Dónde está una biblioteca o una librería abierta?
“La cultura audiovisual es inculta y,
por tanto, no es cultura.
Sus hijos cada vez más almas
perdidas, desorientados, anómicos,
aburridos, en psicoanálisis, con crisis
depresivas y, en
definitiva, “enfermos de vació”.
Giovanni Sartori
En el verano de 1989, se publicaba el libro de un politólogo norteamericano, Francis Fukuyama: “El fin de la historia y el último hombre”, en donde se hacía mención, entre otras cosas, de que estaba por generarse un solo pensamiento político-económico en el mundo, que no había más posturas disidentes, o bien, capacidad de opciones diversas al capitalismo desfigurado que es hoy el denominado: “capitalismo financiero o de la vigilancia”; de ese libro han pasado 35 años.
En el año 1993 se publicó el libro “La sociedad de la Macdonalización”, escrito por el norteamericano George Ritzer, que hace una descripción de lo que estaba sucediendo con la sociedad, particularmente la occidental, la sociedad instruida por la cultura norteamericana, en donde todo es mecánico, no hay capacidad de pensamiento distinto, en la escuela y en el trabajo no se puede pensar, sólo operar, aplicar, cumplir, todo está estandarizado.
Por su parte, en el año 1997 Giovanni Sartori, un politólogo italiano, publica su libro “Homo videns, la sociedad teledirigida”, en donde pone en alerta a los padres de familia por lo que está sucediendo con la niñez y con la educación; sostenía que se han ido educando con la televisión y no con la lectura, que esto provoca la ausencia de pensamiento propio, de desarrollo de la capacidad de idear, de proponer, de modificar, de imaginar, hoy no es solamente la televisión, son las redes sociales las que se encargan de educar a las nuevas generaciones.
En el año 2008 se publica, del autor polaco Zygmunt Bauman, el libro “Retos de la educación en un mundo liquido”, en donde propiamente denuncia que en las escuelas y en las universidades, lo que está sucediendo es que se está informando, no educando, y que, así como muchas de las mercancías de la actualidad, resulta desechable, así gran parte de la educación universitaria y técnica es desechable.
En el año 2010 se publica por el filósofo coreano avecindado en Alemania, Byun-Chul Han, el libro denominado “La sociedad del cansancio”, que es una narrativa respecto al estado de desgaste en que se encuentra la sociedad contemporánea actual, una sociedad del consumo total y que al estar cansada, no tiene ni el interés, ni la capacidad de pensar en otros horizontes; en esta sociedad, como lo sostenía José Pablo Feinmann, lo que sucede es que no hay tiempo para pensar, porque unos estamos muy ocupados trabajando y otros divirtiéndonos.
Estos libros, y otros muchos más, de haberse escrito en los tiempos premodernos, se hubieran prohibido; hay que recordar que había libros prohibidos y en algunos casos se otorgaban licencias a ciertas personas para leer algún determinado libro, porque contenía ideas y textos revolucionarios que provocaban cambios, agitaciones, por ello es que se impedía que se leyera; desde luego que la principal barrera de la lectura en esos tiempos era que la gran mayoría de la población no sabía leer y menos aún escribir.
Hoy no es necesario prohibir esos libros, tampoco es necesario establecer licencias para autorizar a que algunos lean libros, ya no es necesario a pesar de que la gran mayoría de la población actual sabe leer y escribir; resulta que no es necesario establecer esos impedimentos, prohibiciones o licencias, de todas formas, no se lee, y eso se está convirtiendo en el final de la literatura.
Pero, por otro lado, contamos con licenciaturas en literatura, contamos con maestrías en el ramo, e incluso hasta doctorados; en la escuela elemental cada día más establecen la necesidad de leer, los gobiernos estatales y municipales, las propias universidades organizan ferias, eventos que permitan invitar a la lectura, pero todo ello pareciera que es solamente por encimita, en el fondo, se cuenta con una cultura de la ausencia de lectura, por ende, no hay libros, no hay autores, no hay mercado para la existencia de éstos.
Basta con observar las bibliotecas públicas, están abandonadas, valdría la pena analizar cuántas personas acuden al día a una biblioteca y, sobre todo, cuánto tiempo se encuentran en esos lugares.
De las librerías, ni qué decir, cada día más éstas reducen sus espacios para acomodar unas mesitas de café, otras más reducen los espacios de los libros y aumentan sus ventas con utensilios de oficina, tacitas, platitos, recuerditos, etc., pero nada relacionado con los libros, con la lectura. Otras librerías más se encargan de repletar sus anaqueles de libros de esotería, de la vida de algún artista del momento o de un político, y desde luego, los libros de superación personal y de fitness; pero si se buscan libros nuevos, nuevas tendencias de la literatura para leer, así como nuevos autores, sobre todo autores de la localidad, de la entidad, de la ciudad, pues resulta que de eso no se habla, porque no existe; a eso habrá que aumentar que cada día más las personas interesadas en la lectura prefieren leer en sus equipos electrónicos que en un libro impreso, pero con textos muy pero muy cortos, todo ello permite que se vaya acabando la literatura.
Incluso, bastaría con preguntar a los integrantes del comité de los premios Nobel de cada año, cuál es el premio más difícil de otorgar, no por la competencia de los diversos candidatos, sino por el contrario, por la ausencia de competidores.
La literatura modifica a las personas, es preferible leer, e incluso, leer en papel más que en medios digitales, para entender, comprender y luego hacerse un juicio, luego pensar; sin embargo, pareciera que la literatura está viviendo sus últimos minutos, incluso, sus últimos segundos, algo así como el reloj del Apocalipsis que en el caso de la literatura está más cerca de la figurativa catastrófica media noche de su final.
(Web: parmenasradio.org)
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