El humanismo, de la mano de la espiritualidad

Rocío Benavente 

 

Erich Fromm reflexionó: “El humanismo es la única -quizás la última- esperanza de este mundo deshumanizado.” 

El sentido de la vida es el sentido del camino de la vida misma. 

Es una paradoja encontrarse con la esencia de lo que debe ser el “humanismo”, que se centra en el desarrollo humano y la promoción de los valores éticos. La conducta espiritual, aunque variada, a menudo busca un significado más profundo y conexión con algo trascendental. Ambos pueden coexistir, ya que el humanismo no excluye la espiritualidad. Pero en este camino de experiencia de vida hay elecciones que se pueden tomar a cada momento en el pensamiento; mas esas elecciones llevan siempre precios por pagar, o sea, si haces las cosas o eliges algo, se paga un precio, y si no lo haces, también pagas un precio.  

En este mundo, en esta experiencia de vida, construir un humanismo espiritual conlleva un trabajo integral de ¿quién soy? 

¿Quién eres?… ¿Dónde está lograr en la vida ser un ente integral, que debe de comprender que estamos en construcción con cada elección y cada compromiso día a día, pues vivimos buscando una mejor versión en pensamiento, palabra, obra y omisión?  

Ahí está la paradoja: aceptamos nuestra realidad tal cual es y le aplicamos nivel de comprensión, o sea, la aceptación profunda de la realidad en este mundo real está donde pongo la energía, “la intención”, y ahí es donde creo mi humanismo integral, que lleva a la acción en donde voy construyendo un camino con humanidad hacia todo lo que me rodea; y el camino es el amor con la consciencia de saber quién soy.  

Albert Camus, filósofo y escritor, dijo: “El hombre es la única criatura que se niega a ser lo que es.” 

Es el paso a crear una mejor versión. ¡Humanista es quién eres! 

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