El lenguaje de los adolescentes
Educarse Ilustra
Éricka E. Méndez Ortega
Los límites de mi lenguaje
significan los límites
de mi mundo:
Ludwing Wittgenstein
El lenguaje utilizado por los adolescentes en su comunicación diaria ha experimentado un cambio notable en los últimos años, como es natural en la evolución social de cada generación de individuos. Tomando en cuenta que el lenguaje es el resultado de un proceso meramente cultural y social, las nuevas generaciones adoptan palabras, frases, incluso sonidos nuevos que van incorporando a su lenguaje, puesto que están inmersos, primero, en un grupo de adolescentes al que necesitan pertenecer, y, segundo, a una sociedad que va determinando sus modismos.
De tal manera, ahora podemos escuchar conversaciones entre la gente joven con las siguientes expresiones:
–GPI (en sentido irónico gracias por invitar): se refiere a la omisión que se hace hacia una persona dejándola fuera de una reunión o comida sin que haya sido a propósito.
–coquette: objeto o decoración cargada de tonos rosas y adornos infantiles femeninos.
–simón: para decir sí.
–random: situación, imagen, comentario, persona rara.
–morra (o): niña, niño.
–chaneques: novios.
Para muestra solamente, pues la lista es muy larga.
Hasta este punto pareciera no haber complicaciones con la expresión del lenguaje, puesto que corresponde al caló de las actuales generaciones, que presentan la capacidad de adaptar el lenguaje según la audiencia o el contexto. Empero, el escenario se transforma cuando escuchamos una conversación entre adolescentes en la que de diez palabras dichas ocho son groserías. Esta atrevida estulticia no debería ser aprobada ni soslayada, sobre todo en las instituciones educativas, donde se supone que el individuo se cultiva en varias disciplinas, incluyendo, por supuesto, el lenguaje, que consolida las habilidades lingüísticas.
No obstante, la proliferación de las redes sociales y los mensajes instantáneos han conllevado a la adopción de un lenguaje deplorable, caracterizado por la falta de ortografía, la abreviación excesiva y el uso inapropiado de expresiones vulgares. Esta tendencia no sólo afecta la calidad de la comunicación, sino que también puede tener repercusiones en el desarrollo de habilidades lingüísticas y en la percepción que otros tienen de quienes lo utilizan, culpando, obviamente, a los encargados de la educación de los estudiantes: los maestros.
Sin embargo, debemos tener presente que tanto la capacidad de comunicarse de manera efectiva en la escritura como en el habla, y la capacidad de la comprensión, no sólo se obtienen asistiendo a la escuela. Estas habilidades se desarrollan desde la primera infancia en el seno familiar, donde se predica con el ejemplo. Y es ya en la escuela donde verdaderamente el individuo debe ir a estudiar, a leer, a investigar, a trabajar, a reflexionar. Sólo de esta manera el lenguaje del adolescente será florido y respetable. Lamentablemente, este objetivo está muy lejos de las prioridades de los docentes, por lo menos si de educación básica se trata.
Por ello, es de especial importancia fomentar un uso más cuidadoso y respetuoso del lenguaje, ya que una comunicación efectiva es fundamental en todos los aspectos de la vida, porque sin pensamientos no existimos, y sin lenguaje nos extinguimos.
contacto: eryelmeor@gmail.com
Leave us a reply