El maestro, creativo y diseñador

EDUCARSE ILUSTRA 

Éricka E. Méndez Ortega 

 

 

Antes de adentrarnos al mundo del diseño, no debemos pasar por alto la mención de un elemento esencial que le permite existir, si no, qué sentido tendría. Este elemento principal es, sin duda, la creatividad. Tomemos en cuenta que existimos porque imaginamos, o, lo que es mejor, nos imaginamos, puesto que todo lo que vivimos y tenemos surgió de la mente de alguien, si queremos ponernos surrealistas. Sin embargo, existe mucho de cierto en esta idea puesto que cuando desenredamos la capacidad de imaginar de nuestras neuronas y la ponemos a trabajar, somos capaces de crear, de avanzar, de construir nuevos proyectos, de resolver un problema, de afrontar nuevos retos porque todos tenemos la capacidad de imaginar y de crear, pero es necesario desarrollarla de la misma forma que aprendemos a leer, con el ejemplo de alguien que sabe hacerlo. 

La creatividad es pasión y la pasión es el motor que mueve nuestras vidas y el mundo en que vivimos. Claro que para que la creatividad se desarrolle plenamente necesita de dos elementos importantes: práctica y riesgo. Todos los seres humanos tenemos creatividad, pero no a todos se les ha enseñado a desarrollarla, y esto debe ser desde que el niño empieza a ser consciente de sí mismo. Cuando el infante empieza a caminar y sufre una caída aprende que, si quiere tomar el riesgo nuevamente, deberá adoptar una estrategia que le permita no experimentar la misma experiencia, poniendo en práctica su creatividad para lograrlo. Es decir, está pensando y resolviendo problemas de forma original, práctica y funcional. 

Los estudiantes tienen la oportunidad de hacer lo que quieran para expresar su creatividad. El diseño se sale de los límites regulares de la escuela y desvía a los docentes del monótono aprendizaje diario. Con el diseño se aprende lo que hace único a cada individuo, a salir de la conformidad y experimentar un desafío individual. Los estudiantes deben estudiar diseño no sólo por la asignatura en sí, sino por el impacto que tiene en ellos como personas y como una estrategia que los prepara para el mundo real.  

Claro que para lograr este cometido, los maestros también deben de practicar el diseño en la construcción de sesiones de horas clase que no sigan el mismo patrón de hace veinte años en la enseñanza de cualquier disciplina. Para que el alumno pueda diseñar por su propia cuenta sus proyectos, tareas, apuntes, exposiciones, incluso su propia vida, debe de observar qué tan creativo es su profesor en diseñar la experiencia académica que le ofrece. 

No obstante, para lograr que el docente sea creativo y diseñe nuevas maneras de impartir su clase, necesita salir de lo ya establecido, y es ahí donde se encuentra el riesgo que no todos se atreven a enfrentar porque implica más trabajo, más desacuerdos con los que no arriesgan, más compromiso con sus alumnos e involucrar los padres de familia. Pareciera imposible lograrlo, pero, se puede. Se puede porque el docente debe de ser, antes de docente, creativo y diseñador, si no, para qué. 

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