Estilo de vida y café

Miguel Campos Quiroz 

 

Hay en torno del café más que una bebida y que el acto mismo de beberla: hay todo un estilo de vida o, mejor dicho, muchos estilos de vida, relacionados con los gustos, preferencias y costumbres de quienes la consumen, y por lo cual podemos afirmar que el beber café es siempre un placer personalizado que va desde la forma en que lo preparamos, qué tan azucarado lo tomamos, o la hora del día y el lugar en que lo hacemos. Pero también el café como pretexto de reunión, tiene una importancia social muy grande, como veremos. 

Para los occidentales modernos, el café está presente en nuestros desayunos, después de nuestras comidas como un digestivo, y en nuestras cenas elegantes, pero nos acompaña también en la oficina y en nuestras reuniones sociales o de negocios.  

Para muchos de nosotros el café es esencial a fin de comenzar el día con la energía que nos proporciona para rendir y concentrarnos a lo largo de la jornada; pero es también un antojo de la tarde.  

No hay restaurante, cadena comercial importante, o hasta pequeños negocios de comida, que no vendan café (estos últimos al menos para el desayuno), e incluso vemos cadenas transnacionales especializadas en este producto, así como máquinas despachadoras de café en las tiendas de conveniencia. Hasta el concepto mismo de «cafetería» nos habla de la trascendencia y de la popularidad de esta bebida, aunque en tales establecimientos no se sirva únicamente café.  

El café, en definitiva, mueve una parte muy importante de la economía y de la vida social occidentales. 

Pero la cultura del café y su significado social va mucho más allá. Tomar café es toda una ceremonia, si sabe verse como tal. Tomamos café para ocasiones muy diversas. Lo tomamos en reuniones de negocios o en celebraciones, pero sabido es también que es infaltable en los funerales. 

En charlas casuales de café han surgido grandes ideas y grandes reflexiones que han dado origen a las grandes teorías filosóficas o científicas, seguramente a doctrinas políticas, o a grandes negociaciones que han cambiado para bien o para mal nuestra sociedad y nuestro mundo. Y sin duda, ante una taza de café han surgido las grandes inspiraciones que han dado origen a la escritura de las grandes obras que hoy consideramos como parte de la Literatura Universal. 

Asimismo, la forma en que cada uno toma el café dice mucho de su personalidad, su estilo y, debemos decirlo, también de su estatus. Para muchos, la forma que una persona tiene de tomar el café, o incluso la variante o marca que consume, habla mucho de su buen o mal gusto. 

Y es que, en efecto, no es lo mismo preparar un café rápido soluble con agua calentada en el microondas o servido en un vaso de unicel, o comprar un café de máquina de minisúper, que, sentado a una mesa elegante y bien dispuesta para el momento, disfrutar de un café gourmet. 

Y, sin embargo, más allá de las reglas de etiqueta, podemos decir que al final de cuentas hay tantas preferencias y formas de tomar café como personas hay en el mundo, y que el que un café sea buen o malo depende en última instancia del gusto de cada quién. 

Pues, ante todo, sin importar el momento, el lugar, ni la forma, tomar café es un placer, un disfrute que puede ser tan ceremonial y solemne como lo sea el disfrute del instante de quien se proporciona una pausa para beberlo. Y como suele decirse, «siempre hay tiempo para disfrutar de un buen café». 

El café es ante todo un placer SIBARITA. 

 

 

Contacto: camposquirozmiguel@gmail.com 

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