Fotografía
Jacqueline Roldán
En la esquina de la 16 de Septiembre y 3 Poniente, justo en uno de los accesos peatonales a la majestuosa Catedral de Puebla, se encuentra Don Mario Osorio. Con su cámara colgada al cuello y una sonrisa amable, ofrece fotografías instantáneas por 50 pesos.
En temporada vacacional, está ahí cada mañana, firme en su rincón, esperando captar la alegría de los visitantes. El proceso es todo un espectáculo en miniatura: toma la foto, saca el USB de su cámara, lo conecta a su pequeña impresora portátil, y en un tris-tras, entrega la imagen impresa, cuidadosamente colocada en un marco de cartulina que saluda con orgullo: ¡Bienvenido a Puebla!
Aunque hoy todos llevamos una cámara en nuestro celular, no olvidemos el oficio del fotógrafo profesional de la calle, ese que sobrevive en las esquinas, en las plazas, en los parques. Un oficio que, aunque parece extinguirse, aún respira… y merece ser visto, valorado y preservado.
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