La arquitectura y el espíritu

EL AROMA DEL ESPÍRITU 

Rocío Benavente 

 

Podemos entender “la arquitectura como construcción espiritual”, como el arte de edificar, paso a paso, un “templo interior” donde habita nuestra esencia. En este sentido, la construcción no se refiere a muros físicos, sino a la creación consciente de estructuras internas que nos sostengan en amor, verdad y propósito. 

 

Fundamentos: Cimientos invisibles

  • Fe y confianza: son las bases profundas sobre las que se eleva todo. 
  • Valores esenciales: el conjunto de principios que definen la integridad del edificio interior. 
  • Intención consciente: como el plano maestro que guía cada elección. 

 

Materiales: Lo que usamos para edificar

  • Pensamientos constructivos: cada idea es como un ladrillo; los pensamientos elevados construyen muros sólidos. 
  • Palabras sagradas: la palabra crea forma, como el arquitecto que nombra y define los espacios. 
  • Acciones coherentes: la estructura se consolida con actos que reflejan nuestros valores. 

 

Diseño espiritual

  • Geometría sagrada: patrones universales que ordenan la energía y crean armonía. 
  • Orientación hacia la luz: igual que una casa se abre al sol, el alma se orienta hacia la verdad y la compasión. 
  • Espacios de silencio: áreas internas destinadas a la contemplación, la oración o la meditación. 

 

Proceso de construcción

  1. Plantear el proyecto: visualizar el tipo de vida y ser que queremos encarnar. 
  2. Levantar los pilares: cultivar virtudes como la paciencia, la gratitud y la humildad. 
  3. Cubrir y proteger: desarrollar discernimiento para resguardar nuestro espacio interior de lo que no nutre. 
  4. Embellecer: adornar el alma con actos de amor, servicio y creatividad. 

 

Mantenimiento y restauración

  • Como toda obra, el templo interior requiere revisiones: sanar heridas, perdonar, renovar la fe. 
  • El mantenimiento espiritual implica aprender a reparar grietas emocionales y reabrir ventanas hacia la luz. 

 

Propósito final 

La arquitectura espiritual no busca sólo un refugio personal, sino un espacio vivo desde donde irradiar paz, amor y consciencia hacia el mundo, convirtiéndonos en templos habitados por la presencia divina. 

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