La caricatura: el arte inteligente
EDUCARSE ILUSTRA
Éricka E. Méndez Ortega
Mi relación con el mundo es de sufrimiento,
porque todo lo que ocurre en él,
es horrible.
Quino
¿Qué se pude representar en una caricatura?, ¿qué tema se puede abordar? Todo, todo lo que el ser humano pueda imaginar, pensar y vivir. El pasado más remoto, anécdotas espeluznantes y no tanto, la cultura o su ausencia, la vida misma, la muerte, la educación, la política, la religión, los sueños, el espacio, la comida, las personas… todo. Pero el toque mágico se lo da el humor desde el que el caricaturista percibe el mundo, haciendo de los pequeños rincones sociales un gran y entretenido escenario que nos presenta como platillo principal en un menú plagado de inconformidades que forman los caminos de la vida que no son como yo creía, diría Omar Geles Suárez autor de la composición musical Los caminos de la vida.
Si algo nos hace reír, al observar una caricatura, no son desde luego ciertos horrores del mundo, ni la mirada severa y al mismo tiempo irónica con la que los artísticas del humor presentan sus propuestas para enfrentarnos a nuestro modo de vivir y las consecuencias que surjan de las diferentes situaciones, sino la habilidad para exponer el disgusto que provocan la hipocresía, la banalidad del día a día, la adultez cuando es sinónimo de tontería, la falta de sentido común, el poder que pisotea a los más vulnerables, la guerra. Es decir, el lado oscuro de lo que es y ha provocado el ser humano.
En los albores del siglo XVI, en Bolonia, Italia, el término caricatura se usaba para describir un dibujo preparatorio para obras de arte como pinturas, frescos, tapices o vidrieras. Se han encontrado representaciones de animales con cabezas de hombres y viceversa con fines simbólicos religiosos. En la escuela de arte fundada por la familia de pintores Carracci, en esa misma ciudad europea, se acuñó el término “caricare” para referirse a las representaciones que ellos y otros artistas realizaban. “Caricare” significa “cargar”, “exagerar”. Los artistas llevaban a cabo como divertimento retratos “cargados”. Así, la caricatura es una representación gráfica que exagera ciertas características de una persona o situación, con el fin de provocar risa o reflexión.
Sin duda alguna, la caricatura llegó al mundo para quedarse en él, y qué bueno. Muchos han sido los artistas, posteriormente llamados moneros, los que han hecho de la caricatura una herramienta para expresar ideas en forma satírica o sarcástica y ridiculizar situaciones e instituciones políticas, sociales o religiosas. Y para tal efecto, México se pinta solo. Con Rafael Pineda “Rapé”, Bernardo Fernández “Bef”, y Rafael Barajas “El Fisgón”, los caricaturistas adquieren un peso importante en la vida política nacional. El hijo del Ahuizote, de Daniel Cabrera, “El Fisgón”, durante la época de la Revolución Mexicana, y el gran maestro de la caricatura José Guadalupe Posada.
No olvidando a Eduardo del Río “Rius” y a Joaquín Salvador Lavado Tejón “Quino”, quien nos obsequió a la suspicaz Mafalda, que con esa chispa nada infantil logra poner en práctica el pensamiento crítico tan anhelado por la nueva escuela mexicana. He aquí la solución. La caricatura puede ser una herramienta educativa que ayuda a captar la atención de personas con diferentes temperamentos, inteligencias y estilos de aprendizaje. Además, es uno de los pocos temas que a los estudiantes sí les gusta practicar. Mecacho, diría Mafalda.
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