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La Casa con Alas

“La jaula de aire”, Fotografía de Carlos Adampol Galindo, Ciudad de México. Un ave que mira desde dentro se pregunta, ¿es esta jaula una esfera o un rectángulo? La pregunta es una puerta y un enigma a la locura que Edward James nos ofrece al entrar en su jardín bajo el riesgo de que aun cuando el cuerpo salga de ahí, la mente no lo podrá hacer jamás. 

 

 

MUSEOS 

Eduardo Pineda 

 

 

Veintisiete esculturas distribuidas en treinta y cuatro hectáreas conforman una amalgama de naturaleza y arte, un escenario donde aquello hecho por el hombre y aquello que resulta de la evolución biológica y los factores climáticos se unen y estampan un paisaje en el cual nos debemos adentrar para recorrerlo y vivirlo. 

El maestro y referente del diseño gráfico Germán Montalvo refiere que este lugar se debe disfrutar a solas, dejando el paso del tiempo como guía entre el espeso follaje, el silencio como única ausencia y recordatorio del discurso que la mente enuncia ante el vacío de las voces humanas y los senderos como exhorto a caminar pausadamente y regresar varias veces en una suerte de marcha ambulatoria sin orden ni rumbo fijo. 

Los estudiosos de la escultura y la arquitectura a mediana escala califican al Jardín Escultórico de Edward James como un sitio surrealista, sobrecogedor y fantástico donde predominan influencias de diversas corrientes artísticas que no cumplen un fin utilitario integrándose en gran número a pozas naturales, lo que deja en claro que los diseños de su creador sólo perseguían el asombro de los paseantes y el de él mismo. 

Entre las principales obras que se encuentran “regadas” en el inmenso y vasto jardín, podemos encontrar, por ejemplo: “La escalera al cielo”, estructura de tres pisos que pueden ser cinco, “La recámara con techo en forma de ballena”, “La Casa Don Eduardo”, “La Casa de los Peristilos”, y una estructura emblemática que da cuenta de otra de las pasiones de James llamada “El Cine”. 

Enclavada en un paraje que ha pasado, a lo largo de la historia, de mano en mano hasta llegar a Edward y la familia Gastélum, en el estado de San Luis Potosí, el Jardín Escultórico, también conocido como “Las Pozas”, rebosa de vida, y sus esculturas pareciera ser que también, ya que han subsistido aun después del abandono, la erosión y el tiempo. Actualmente, los esfuerzos de la iniciativa privada, del gobierno de San Luis Potosí y de varias familias interesadas en la conservación y mantenimiento del sitio, han logrado que este medio que oscila entre lo natural y los fantástico perdure y pueda ser recorrido y aprehendido por los paseantes, que, sin importar cuánta información posean al respecto, se maravillarán y sorprenderán al apreciar la armonía entre la escultura que mana de las manos del hombre y la que mana de las semillas de la tierra. 

Edward James decía, cuando le convidaban a hablar sobre su finca: “Mi casa tiene alas y a veces en la profundidad de la noche canta”; tras su muerte en 1984, el canto de la casa de James está a disposición de los oídos de aquellos que tengan la voluntad y capacidad de escucharlo. 

 

 

eptribuna@gmail.com 

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