La función catártica del teatro y la tradición teatral occidental

LA CAVERNA 

Miguel Campos Quiroz 

 

 

Y cuando escuchaban los acontecimientos conmovedores o  

cómicos que se representaban en la escena, les parecía que  

la vida representada era, de modo misterioso, más real que  

su vida cotidiana. Y les gustaba contemplar esa otra  

realidad.  

 

Michael Ende, «Momo»  

 

 

El teatro, como representación, tiene orígenes antiquísimos; se pierden éstos en la noche de los tiempos. Desde el punto de vista antropológico, se suele aceptar que el teatro tuvo en sus inicios una función religiosa y ritual, e incluso en muchos aspectos, la línea divisora que distingue al rito del drama en las edades prehistóricas es difusa. Sin embargo, sabemos que una cosa es cierta: el teatro, como género literario, y tal como lo conocemos ahora, es un producto puramente occidental, y tiene su génesis entre los antiguos griegos. 

Sabido es que, por toda la Europa mediterránea, e incluso por muchos lugares del actual Medio Oriente en los que existió la influencia grecolatina en la antigüedad clásica, abundan hasta la actualidad los teatros griegos y romanos, algunos mejor conservados que otros, y otros en ruinas. Los hay desde luego en Grecia y en Italia, pero existen también ejemplares maravillosos en la Península Ibérica (algunos aún en funciones, como el Teatro Romano de Mérida), y también en el Asia Menor. 

Como testigos mudos de antiguas puestas en escena, se alzan estos redondeles semicirculares de piedra en cuyas gradas, un público sin duda sobrecogido por lo imponente de estas representaciones (muchas de ellas rayanas en lo mistérico), contempló a los actores enmascarados representando las tragedias de Sófocles o de Esquilo. Impactante debió de ser para el espectador de la época, el presenciar el drama de Prometeo Encadenado, compadecerse del Titán, y vivenciar extática y catárticamente su suplicio como siendo el drama de su propia alma. Pues tal fue en la antigüedad la principal intencionalidad mística y ritual del teatro, y no un mero entretenimiento, o ni siquiera aún una contemplación de éste como una de las Bellas Artes en el sentido en el que hoy entendemos esta expresión (pues el arte por el arte es un concepto moderno). 

Lo que es cierto es que a partir de estas antiguas puestas en escena se desarrolló la tradición occidental del teatro, la cual evolucionó hasta originar las creaciones que hoy consideramos grandes clásicos, como las obras de Shakespeare o de otros grandes dramaturgos como Lope de Vega, uno de los máximos representantes del Siglo de Oro español. 

Por supuesto, la evolución del teatro hubo de pasar por mucho durante su historia antes de llegar a estos desarrollos modernos, y mucho antes de ellos, también como continuación de la tradición del teatro griego y romano, existió durante la Edad Media una forma de teatro enfocado en las representaciones religiosas. Pero existió también, y existe aún hoy, un teatro popular. Existieron asimismo por todo el mundo hispánico (Europa y América), los famosos corrales de comedias, tradición que persiste hasta nuestros días en muchos lugares.  

Por supuesto, existe también el teatro de títeres, como existen la ópera y los musicales de Broadway. También existen las pastorelas mexicanas, mezcla de teatro religioso y representación popular. E incluso en un sentido, hasta las mascaradas y los carnavales pueden ser considerados como una forma de teatro. 

Sea en la época que sea, la vivencia de una representación teatral es algo muy especial para el espectador. Incluso, como experiencia es algo muy diferente a entrar en una sala de cine. Quien entra en el recinto de un teatro ha entrado en un espacio y en una dimensión alternos, en los que con una expectación casi solemne, el público espera la entrada de los actores, y una vez levantado el telón e iniciada la función, la realidad cotidiana se interrumpe para dar paso al drama humano o divino representado sobre el escenario (símbolo éste del mundo y de la vida misma), escenario en el cual, a la manera de una caverna platónica, se nos mostrarán sombras de realidades, aunque muy a menudo, serán sombras que apunten a realidades sublimes, o a veces patéticas, que tendrán un eco muy profundo en nuestras almas. 

Sea como sea, nadie puede salir indiferente de una función teatral. 

 

 

 

camposquirozmiguel@gmail.com 

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