La inclusión forzada en la cultura de masas, y su efecto opuesto al deseado

En los últimos días, una polémica se ha suscitado entre ciertos sectores, sobre todo en las redes sociales, sobre los remakes en versión «live action» que la empresa Walt Disney ha realizado de algunos de sus clásicos infantiles, tales como Pinocho o La Sirenita.

Toda la discusión gira en torno a la decisión tomada por los estudios de que sus nuevas versiones fueran protagonizadas por actores negros, en un acto de inclusión, aun cuando tales versiones han causado en muchos rechazo, no por racismo, sino por haberse alejado con ello de los estándares clásicos de estas historias, en una muestra de inclusión forzada, que en opinión de algunos, no ayuda realmente a la causa de la inclusión, sino que ha terminado por generar el efecto opuesto.

Una característica de las agendas progresistas que promueven este tipo de propaganda, es la provocación tendiente a la polarización y al enfrentamiento que ésta genera. Así, no sólo las opiniones se dividen, sino que en muchos casos las pasiones más viscerales afloran tanto en los que defienden una postura como en los que están a favor de la otra, llegando incluso a los ataques verbales, a las amenazas, y en los casos más extremos, a las agresiones reales.

Y pareciera ser que a eso es a lo que están apostando quienes generan todo este aparato ideológico detrás de los diversos productos de la cultura de masas (cine, tv, etc.), que bajo un discurso de tolerancia e inclusión, están generando todo lo contrario.

Si el racismo es algo que desde décadas atrás se venía superando en nuestra sociedad occidental de manera natural, en parte gracias a la evolución natural de la mentalidad de la gente, y en parte gracias a personajes como Martin Luther King o a movimientos contra el apartheid, parece que lo único que la propaganda mediática actual a través del discurso forzado de la inclusión ha logrado, es revivir el resentimiento de unos y otros.

El resultado: sea como broma o como meme, lo cierto es que ha surgido toda una ola de expresiones de rechazo en el ámbito de las redes sociales como reacción a toda esta   propaganda de inclusión forzada, expresiones que en no pocos casos llegan al verdadero racismo.

Conclusión: este tipo de ideologización propagada por los productos de la cultura popular en el cine, la televisión, o incluso en los cómics y los juguetes, no sirve para luchar contra las injusticias sociales, contra la discriminación y contra el racismo; únicamente sirve para generar rechazo, desprecio, burlas y memes, cuando no a llegar incluso al conflicto.

No es ésta la forma en que se debe educar a las nuevas generaciones en el respeto a la diferencia; eso es algo que se debe inculcar a través de una educación basada en valores. Y sí, el arte y la cultura ayudan a esa causa, pero no en la manera en que esto se está haciendo en la actualidad. El arte y la literatura, sin que tengan que ser de denuncia, por sí mismos humanizan al cultivar el espíritu de las personas, y no es necesario que tengamos que caer en adoctrinamientos ideológicos, ni mucho menos en el ridículo de forzar la inclusión de un personaje afrodescendiente en las historias y cuentos clásicos fuera de su contexto y cuando ello no es necesario.

 

 

Miguel Campos Quiroz

camposquirozmiguel@gmail.com

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