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La vida después del mañana (androides incluidos)

UNO 

En el 2008 Batman regresaba e Indiana Jones volvía al ruedo mientras que ABBA volvía para conquistar con su música a una nueva generación y James Bond salvaba al mundo de nuevo. Así era la cartelera cinematográfica ese año, una que entre sus éxitos ocultaba una película infantil mucho más obscura de lo acostumbrado. 

Y aun así se sentía más real que las demás. 

Más profética. 

 

DOS 

Mientras una canción juguetona suena en nuestros oídos, lo primero que vemos es algo muy lejano a esa alegría sonora: polvo, desierto, abandono, escombros y, en medio de ello, un pequeño robot recoge la basura de algo que poco a poco vamos descubriendo son los restos de un mundo que quizá sea el nuestro, uno donde nos queda muy claro que algo salió muy mal. 

Mientras este droide se encuentra realizando un trabajo que se antoja inútil desde el principio, una aeronave se cuela en la pantalla con un mensaje: compra, disfruta, diviértete y no te preocupes, “el espacio es la frontera más divertida”. 

Y desaparece de inmediato, recordándonos la destrucción que hay debajo. 

Que no termina. Que permanece. 

 

TRES 

Después de haber triunfado con Buscando a Nemo (2003), el director Andrew Stanton decidió que el cielo era el límite y que el planeta le quedaba chico para su siguiente idea: con 180 millones de presupuesto (algo que se antojaba excesivo para una simple cinta animada), Stanton decidió imaginar cómo sería nuestro mundo en el siglo XXII permitiéndose destruirlo en medio de un desastre ambiental y consumista que ha hecho que la humanidad tenga que ser evacuada no a un mundo mejor sino a una situación más favorable, mientras que la misma tecnología que ayudó a ocasionar su colapso es ahora la última esperanza para poder habitar ese planeta tierra que durante mucho tiempo creyó suyo y eterno. 

Es así como conocemos al homónimo protagonista de Wall E (2008), una creación humana, un roboto limpiador que no deja de mirar ese mundo que los hombres desperdiciaron con la misma alegría y curiosidad de un niño que está ante algo fantástico y que debe realizar su trabajo al mismo tiempo que descubre esa emoción que parece no tener lugar en medio de la destrucción: el amor. 

Y entonces todo empieza a mejorar. 

 

CUATRO 

Lejos de la amargura y pesimismo que permean a la cultura popular cuando usamos el termino de distopía, Wall E es una cinta que bajo el nombre de Pixar nos propone no solamente una fábula sino también una advertencia: tierra sólo hay una y debemos cuidarla para evitar que los días del calendario no sean un conteo regresivo de donde no habrá vuelta atrás. 

Pero también es un recordatorio de que nunca es tarde si así lo decidimos, y la esperanza es lo último que muere, mientras sonreímos al ver cómo el amor se vuelve la llave para salvar de la condena a ese único planeta. 

Que es el nuestro. 

Que el desastre se quede en la ciencia ficción. 

Y el amor en la realidad. 

 

 

Agustín Ortiz 

joseagustinortiz86@gmail.com

 

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