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Libertad por el saber

Patio de El Colegio Nacional. 
Fotografía de la redacción del periódico “Voces del periodista”, mayo de 2019. 

 

 

Eduardo Pineda

 

El edificio que alberga a El Colegio Nacional se convierte de vez en vez en un espacio museográfico que da cobijo a exposiciones de muy variada índole: esculturas, pinturas, fotografías, bibliografía y retrospectivas históricas; tal es el caso de la actual exposición que engalana sus corredores.  

En esta muestra titulada “De la enseñanza a El Colegio”, el maestro Felipe Leal, miembro de El Colegio Nacional, da cuenta de la historia del edificio, desde su construcción en 1754 y su inauguración como convento y escuela para señoritas, hasta 1943, cuando fue instituido como sede de El Colegio Nacional, sin olvidar que de 1868 a 1904 fue la casa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. 

Fue el filósofo Antonio Caso quien promovió la instauración de El Colegio Nacional, siendo él, junto con José Clemente Orozco y Diego Rivera, uno de los primeros miembros de este prestigioso grupo de intelectuales, artistas y científicos de nuestro país.  

Emblemático monumento arquitectónico de tres niveles y un patio central, el edifico, que encumbra a la élite de los saberes de México, es una joya del centro histórico de la Ciudad de México que deslumbra desde la calle Donceles en el número 104.  

Por sus salas y pasillos han pasado ciento once miembros y miles y miles de visitantes que disfrutan y aprenden con sus conferencias magistrales, exposiciones y demás actividades que ahí se realizan dando sentido a su lema: “Libertad por el saber”. 

Sintagma que enarbola sin duda alguna la esencia del humanismo en su más acabada y amplia expresión. Saber es humano, saber es más que conocer, dice Luis Villoro, saber es reflexionar y reflexionar es repensar desde la conciencia humana y social. Y a través de este saber llegar al goce último de la verdadera libertad que solo puede entenderse en antagonía con la ignorancia. Ningún neófito puede ser libre. La sabiduría nos muestra un camino ajeno a la opresión y el yugo y nos da los medios para recorrerlo.  

Celebrar el humanismo es celebrar la vida y los rasgos que nos distinguen como especie, es regocijarnos en la razón y la exquisitez de la cultura, en el deleite del arte, en la duda científica, en la exploración de la historia y la indagación metódica de la filosofía. Es entender la jurisprudencia y la economía en estado puro, la competitividad del deporte en grado divino (olímpico-olimpo-dioses), las lenguas clásicas y modernas como diversidad del pensamiento, como una taxonomía de la verbalización alrededor del mundo. Y es que en el humanismo caben todos los saberes, todos los tiempos y todos los hombres. 

Publio Terencio Africano, autor de comedias, nacido esclavo y que logró la libertad gracias a sus méritos, enunció: “Hombre soy y por lo tanto nada humano me es ajeno”. Y hoy, El Colegio Nacional brinda al pueblo mexicano esa libertad, lo pone en el centro del protagonismo intelectual para que nada humano nos sea ajeno. 

 

 

 

eptribuna@gmail.com 

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