Lo que es y lo que no, el Humanismo
Miguel Campos Quiroz
«Humanismo» es un término que desde hace unos cuantos años se ha estado utilizando de manera incorrecta, confundiéndosele en el lenguaje común, por un lado, con la cualidad de humanitario, generoso, noble, o altruista, como cuando se dice que alguien, en tal sentido, es «muy humano»; y por otro, desde el ámbito académico, ha sido aplicado erróneamente a las así llamadas (también erróneamente) «ciencias sociales» y disciplinas similares que de manera completamente arbitraria han sido englobadas bajo la denominación genérica e incorrecta de «humanidades».
El humanismo, empero, no es nada de eso. Si nos atenemos a su sentido clásico (que es el correcto), el humanismo es un movimiento cultural, intelectual, filosófico y artístico nacido en la Italia renacentista del siglo XIV, y que se caracterizó esencialmente por posicionar el espíritu humano como centro y medida de todas las cosas, ya como modelo o ideal de belleza tanto estética como moral, ya como centro y sujeto de todas las leyes, encaminadas al bien del individuo humano y su desarrollo. Este movimiento se caracterizó también por poner un especial énfasis en los cánones clásicos grecolatinos como objeto de estudio y como modelo por imitar.
Este humanismo renacentista estaba a su vez estrechamente relacionado con las «humanidades» (studia humanitatis), que eran la gramática, retórica, historia, poesía y filosofía moral, las cuales a su vez eran una actualización y reformulación del Trivium et Quadrivium o las Siete Artes Liberales del pensamiento medieval, llamadas así por ser las disciplinas cultivadas por las personas libres, orientadas principalmente al pensamiento, a la intelección y a la contemplación, en oposición a las artes serviles u oficios viles y meramente utilitarios realizados por los siervos y los esclavos, y orientadas principalmente al trabajo manual o mecánico propio de las clases populares. Tales Siete Artes Liberales eran las siguientes: la gramática, la retórica, la lógica, la geometría, la aritmética, la música y la astronomía.
Luego entonces, el Humanismo se puede definir como el estudio de las Humanidades, o lo que es lo mismo, de las Siete Artes Liberales, siendo los humanistas aquellos que las estudian, es decir, los letrados (los cultos, o aquellos que se han dedicado a cultivar el espíritu humano, y que por lo tanto son humanistas).
Por eso es que es absolutamente incorrecto, con todo rigor, decir que Gandhi, Santa Teresa de Calcuta o Martin Luther King hayan sido grandes humanistas, pues aunque hayan sido grandes personajes cuya gran compasión y grandeza de alma les movieron a realizar grandes obras de caridad y altruismo, no cumplen empero con las características arriba enumeradas para poder ser considerados humanistas, esto es, estudiosos de las humanidades.
Tampoco son humanistas los sociólogos, los psicólogos, los antropólogos, ni los politólogos, pues aunque no se menosprecian sus labores ni sus campos de estudio, estos no pertenecen al studia humanitatis clásico.
Así, cuando alguien venga y nos diga que tal o cual político o personaje público es un gran humanista, habrá que someter a tal personaje a un minucioso examen y aplicarle los siguientes filtros: ¿domina la gramática?, ¿es un gran retórico?, ¿aplica en todo momento la lógica formal a su lenguaje?, ¿aplica la geometría y la aritmética con perfecto conocimiento de ambas?, ¿está versado en los movimientos de los cuerpos siderales?, ¿conoce y entiende la armonía de la música?, ¿conoce de manera suficiente los hechos de la historia?, ¿conoce y aplica la métrica de la poesía a una composición literaria? Y finalmente, ¿aplica un profundo conocimiento de la filosofía moral a cada problema de la vida y se comporta éticamente de acuerdo a los valores universales de lo que hoy es conocido como «imperativo categórico» o ética kantiana?
Si ninguna de las anteriores preguntas obtiene una respuesta afirmativa, entonces el personaje en cuestión NO es un humanista.
Contacto: camposquirozmiguel@gmail.com
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