Los centros históricos: el corazón de nuestra identidad
MERCADOTECNIA CULTURAL
Arturo Méndez
La mercadotecnia es fascinante, y analizar el comportamiento de la gente es apasionante. Hoy me ocupa comentar con ustedes la percepción de los centros históricos desde el punto de vista mercadológico.
El Centro Histórico es el corazón de cualquier ciudad con alma. No es solo una zona de edificios antiguos: es el latido mismo que da sentido a todo lo demás. Nuestra misión no es inventar una identidad, sino potenciar ese pulso para que se sienta más fuerte y claro, atrayendo al tipo de turista que vibra en la misma frecuencia.
Como mercadólogo que ha estudiado estos fenómenos, puedo afirmarles que el éxito de estas campañas no se mide solo en números, sino en cómo transforman la percepción y la apropiación de los centros históricos. La campaña “CDMX: Capital de Museos” marcó un punto de inflexión en el marketing de ciudades porque entendió algo fundamental: no se trataba de vender espacios culturales, sino de reposicionar toda una identidad urbana. Los datos del Informe de la Secretaría de Cultura de 2018 revelan que no solo aumentó la visitación en un 40%, sino que logró algo más valioso: el 65% de los negocios locales reportaron incrementos significativos en sus ventas los días de eventos culturales, demostrando que la cultura, bien articulada, puede ser un poderoso motor económico para un centro histórico.
En el caso de Puebla, aunque a menor escala, la “Noche de Museos Poblanos” ha demostrado una efectividad notable desde su implementación. Según el Reporte de Impacto Cultural de 2023, esta estrategia logró algo que pocas campañas consiguen: integrar el turismo con la vida cotidiana. Los datos muestran que aproximadamente el 45% de los asistentes son pobladores locales que redescubren su patrimonio, mientras que el resto son visitantes nacionales e internacionales atraídos por esta oferta cultural viva. Lo más interesante es que, según las encuestas de percepción, alrededor del 72% de los comercios tradicionales en el corredor cultural reportan que esta estrategia les ha ayudado a mantenerse económicamente viables, creando un ecosistema donde la cultura y la economía local se refuerzan mutuamente.
Nuestro trabajo aquí es el de un cirujano fino: conectar experiencias auténticas con viajeros que sepan valorarlas. Esta estrategia tiene tres vertientes:
Primero, cambiar la narrativa. No vendemos “visita monumentos”, sino “vive la historia con sabor”. El chile en nogada no es solo un platillo; es un relato en el paladar. La Talavera no es solo cerámica; es la piel de la ciudad.
Segundo, y esto es vital, hacer del poblano el protagonista. Si la gente local no siente que esto sigue siendo suyo, se acabó la magia. El verdadero éxito llega cuando el artesano ve llegar clientes gracias a su inclusión en nuestras estrategias turísticas. Así, el turismo deja de ser algo ajeno y se transforma en una economía circular con identidad.
Tercero, aprendemos de casos comprobados.
El verdadero logro de la mercadotecnia en estos casos ha sido convertir los centros históricos en espacios de convivencia intergeneracional, donde turistas y locales encuentran razones para coincidir y compartir. Las cifras del Estudio de Movilidad Turística de 2024 indican que Puebla ha aumentado en un 28% la pernoctación de turistas culturales —aquellos que gastan hasta un 40% más que el turista convencional—. Esto demuestra que cuando el marketing se enfoca en fortalecer identidades en lugar de solo promocionar atracciones, se crea un círculo virtuoso donde todos ganan: los visitantes viven experiencias auténticas, los comerciantes aumentan sus ingresos y los residentes recuperan el orgullo por su patrimonio, asegurando que el centro histórico mantenga ese latido que lo hace único y vivo.

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