Silvino Vergara Nava
SOCIOLOGÍA DE LA SUPERVIVENCIA
“La libertad de manifestación del pensamiento
incluye también la crítica áspera,
la ironía y la sátira, incluso cuando
resultan molestas u ofensivas,
pues constituyen formas típicas
del discurso político y social.
Su límite no está en la ofensa,
sino en la imputación falsa de hechos
determinados que lesionen injustamente
la reputación ajena,
es decir, en la calumnia.”
Luigi Ferrajoli
Últimamente, los denominados cómics han multiplicado sus publicaciones, quizá al existir más medios de comunicación, como es el caso de las denominadas redes sociales, y sobre todo periódicos y revistas digitales; se cuenta con un mayor número de medios para su difusión; muchas de las ocasiones estas publicaciones se convierten en sátira e imágenes irónicas sobre los políticos, los actores, actrices, los deportistas, periodistas, cantantes, es decir, todos aquellos que cuentan con fama pública y que corren el riesgo de ser caricaturizados, y desde luego, para muchos de ellos es molesto, incluso ofensivo, pero es el precio de contar con fama pública, a diferencia del ciudadano de a pie. Todos ellos deben de contar con más tolerancia ante esta serie de publicaciones. Otros más lo ven como publicidad gratuita, para no pasar inadvertidos; es más, ven con gusto que aparezcan en esas imágenes.
Dentro de los cómics, que son los cuentos, entre dibujos y enunciados, se cuenta también con la caricatura, que se ha convertido en la caricatura política, o bien, en crítica a la sociedad contemporánea. Hay que recordar al escritor inglés Jonathan Swift (1676-1745), quien escribió “Los viajes de Gulliver”, que al parecer eran cuentos para niños, pero en realidad se trataba de crítica a la sociedad inglesa de aquel tiempo.
Desafortunadamente, la frontera que existe entre la sátira de un cómic, de una caricatura, muy ofensiva o distorsionadora de la realidad, es lo que representa para los tribunales y los jueces verdaderos problemas en la resolución de esos casos en que se exige por los afectados que sea censurada esa publicación y adicionalmente exigen alguna compensación por el daño a su imagen al haber sido afectada en esa publicación. Sin embargo, esos casos son sumamente complejos, por las consecuencias que se pueden presentar con tales sentencias, pues, por un lado, contamos con el ejercicio de la libertad de expresión, la libertad de prensa, que debe de prevalecer en un Estado liberal; pero, por otro lado, se cuenta con el derecho a la privacidad, el respeto a la dignidad humana, y otros derechos más en esa disputa en aquellos casos, que se convierten en una complejidad para su resolución. Finalmente, nadie queda satisfecho con esas determinaciones.
Sucedió hace algunos años un caso emblemático respecto a estas caricaturas, cómics y dibujos en general, en Francia, con la revista Charlie Hebdo, de tendencia de izquierda y atea, que ya había publicado críticas a diversas religiones. Publicó imágenes ofensivas sobre la religión musulmana y Mahoma, lo cual se agudizó considerando que ya desde considerable tiempo atrás es una de las religiones con mayor aceptación en Francia, es más, según las estadísticas hay más población joven con esa religión y sus costumbres que con la clásica religión francesa, que está dividida entre católicos y algunas posturas protestantes.
Esta controversia acabó en los tribunales franceses, donde se resolvió sosteniendo que no había afectación a la libertad religiosa de los musulmanes con esas publicaciones, sino que se situaban dentro del campo de la libertad de prensa y de expresión; por ello es que no hubo sanción alguna. La consecuencia fue que, pasando el tiempo, hasta enero de 2014, es decir, hace casi doce años, se produjo un grave atentado terrorista en las oficinas de esa revista francesa en París, en donde fallecieron 12 empelados que se encontraban en el lugar laborando; se apuntó el acto terrorista un grupo musulmán.
Cabe recordar que aquí en México un pintor de poca monta, que, con intenciones perversas, pero con buenas influencias, pudo publicar sus caricaturas y pinturas, ni más ni menos que en el Palacio de Bellas Artes, en donde puso en una galería, que no podría llamarse de arte, una imagen ridícula de Emiliano Zapata, vestido como mujer, montando un caballo y con zapatillas. Esto irritó a la mayoría de los mexicanos, que ven en Zapata la imagen del mexicano luchador, empeñoso y trabajador, pero sobre todo defensor de sus derechos, por lo cual fueron retiradas esas pseudos-pinturas, por la presión social que se presentó, y nunca más se escuchó de ese pintor, que saltó a la fama con esas deplorables imágenes.
Desafortunadamente, en ese caso no sucedió nada, respecto a alguna sanción o responsabilidad al autor de tales garabatos, pero es una muestra clara de que es muy importante respetar los derechos de las personas, su dignidad, así como la costumbre y la historia de las naciones. Por ello, publicar un cómic, una caricatura, un cuento, debe contar con bastante responsabilidad de lo que se está haciendo como autor de ellas.
Una de esas caricaturas que hizo época a pesar del poco tiempo que se publicaron en Argentina, fueron los cuentos y caricaturas de Mafalda. Hoy se trata de un clásico. La recopilación de esas imágenes se vende en las librerías actualmente, y no es otra cosa más que la imagen y descripción de la descomposición social de los tiempos de la dictadura en Argentina. Imprescindible. Su autor fue Joaquín Salvador Lavado Tejon (1932-2020). Tales caricaturas sirvieron para entender también nuestra cultura latinoamericana. Sin lugar a duda, esas imágenes “hablan más que mil palabras”.
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