Novedades literarias
Sibarita La Revista ofrece a sus lectores el primer capítulo de la novela La primera noche feliz de Miss Universo (Quinto libro de la serie “Historias del Valle de Larenal”), de J. M. A. Campos Ramos (Editorial Valdez), la cual se puede adquirir en formado digital o en papel a través de Amazon.
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO 1: PRESENTACIÓN DE PACO VIDAL
Gloria Celeste, Miss Universo (o ¿ex Miss Universo?), convencida al fin de su nueva condición de mujer de este mundo, y ahora sí dueña absoluta de su cuerpo de triunfadora indiscutible en cuanto certamen de belleza se insistiera en convocar, aún no salía sin embargo de su estupor.
Fueron el Gallina Lerín y el Oso Peñaloza, socorristas voluntarios de la Cruz Ámbar de Ciudad Nava, quienes la encontraron y la rescataron hacía siete horas, y aunque su condición les pareció deplorable, advirtieron de inmediato la autoridad de inconcebible belleza de su rostro. Estaba muy pálido, cierto, su expresión era desencajada, sus ojos, cerrados, tenían sobre los párpados un matiz azuloso, bajo sus fosas nasales había una mancha de sangre coagulada y tenía un moretón en la frente, pero pudieron reconocer sus facciones. ¡Era ella, sin duda! ¡Era ella, la Reina! Y pensar, se dijeron, que acababan de verla hacía apenas unas horas en el programa de Paco Vidal, mientras hacían su guardia en el cuartito de descanso adyacente a las oficinas de la Cruz…
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Eso fue poco después de que el Oso Peñaloza, cuyo apodo obedecía a su complexión robusta y a su propensión a dormir, estuviera hundido precisamente en
un profundo sueño, roncando de tan gordo. (Algunos amigos le habían comentado más de una vez que quizás padecía narcolepsia, debía de consultar un médico y entretanto cuidarse, pero, sobre todo, por nada del mundo, jamás de los jamases, debía tener la ocurrencia de manejar la ambulancia, ni siquiera una bicicleta.)
El Gallina lo miraba de ganchete de cuando en cuando y murmuraba, aunque de ninguna manera molesto, “Pinche Oso perezoso”, y seguía viendo “el programa semanal de Paco Vidal” (así lo promovían, aprovechando el ripio “semanal-Vidal”, “al-al”), atento porque desde las cinco de la tarde, cuando empezó, anunciaron “de un momento a otro” la presencia de Gloria Celeste. “Mi vida”, exclamó entonces. “Apachurro”, ronroneó el Oso, quien, adormilado, había alzado apenas su calva cabeza para ver unos segundos su imagen en la pequeña pantalla y musitar indolente, aunque relamiéndose los labios, “Mamita, ma’cita, papita, merezco, quieeeero”, ante lo cual el Gallina sólo meneó la cabeza, frunció los labios y murmuró “Pinche Oso ocurrente”.
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El Oso se durmió como a las seis, cansado de esperar, y a las siete seguía roncando como si nada le preocupara, como si al fin se hubiera logrado la paz mundial que tanto demandaban las misses. Eso sí, antes de perder la consciencia le pidió a su amigo que lo despertara en cuanto ella apareciera en pantalla. Por eso el Gallina, cuando un emocionado Paco Vidal anunció que ahora sí, amigos, amigas, Gloria Celeste ya casi venía al escenario, era cuestión de minutos, sacudió a su inaprensivo amigo al grito de “Despiértate, Oso güevón”, y le hizo saber la buena nueva.
En efecto, aunque después naturalmente de uno más de los obligados cortes comerciales en que se promovían los productos de las firmas patrocinadoras de todos los actos concernientes al certamen, hizo su aparición la emblemática figura de Paco Vidal, el famoso productor-conductor-director general (producondudiregeneral, según el impráctico pero descriptivo y efectista anagrama que acuñó, igual al otro que se le atribuía para definir a los que componían y/o cantaban o cantaban y/o componían, el de cantautor) de dicho programa, y tan presto le indicaron que estaban al aire relajó su de suyo arisco ceño, esbozó las más convincente de sus sonrisas y anunció ufano que ahora sí, estimables amigos, amigas, tanto los y las que se hallaban presentes ahí en su teatro estudio como los y las que semana a semana lo/nos veían desde sus hogares por medio de la extensísima red vía satélite propiedad de aquella televisora, red que felizmente ya llegaba a todo el globo gracias a la internet y la telenet, permitiendo que regularmente vieran los programas de esa su/nuestra empresa más de 30 millones de almas, aparte de otros muchos millones que lo hacían vía enlaces cuando se trataba de transmisiones especiales, como aquélla, almas a las cuales les brindaba(mos) alegría, cultura e información en un alarde de eficiencia tecnológica por parte de los/nuestros ingenieros de esa su/nuestra casa de trabajo a la que orgullosamente pertenecía(mos), y como lo prometido era deuda, dentro de unos minutos, nada más esperaban que le avisaran desde el máster que ya todo estaba listo, sí, gentiles amigos y amigas míos y mías, como diría Pedrito Vargas en estos días de lenguaje incluyente, verían antes sus ojos a la mujer hoy por hoy más hermosa del mundo, ahí sí que la frase del músico poeta Agustín Lara, aquello de mujer, mujer divina, tienes el encanto que fascina, era un acierto, y debían de fijarse que no sólo eso, sino que, en opinión de quienes programaron la computadora que por vez primera se incluyó como parte del jurado calificador en aquel encuentro con la beldad en el cual Gloria Celeste participó también por primera vez, era incluso la más hermosa de tiempos pasados, y quizá de venideros, sí, amables amigos y amigas, añadió entusiasmado, con sonrisa de satisfacción por su labor de comunicador, sí, era la única mujer de este mundo, y posiblemente de otros (y ellos sabían por qué les/nos decía aquello), que barrió con la mayoría de los títulos otorgados en esa ocasión, y decía barrió, por decirlo coloquialmente a fin de que lo entendiera el pueblo, pero no era la palabra apropiada ni acorde con su belleza sin parangón para referirse a ella, ya que se trataba de una mujer evidentemente única, de aspecto incomparable, angélico, constaba que ambos adjetivos debían de tomarse casi al pie de la letra, pues no era como las mujeres comunes y corrientes de la Tierra , y perdón por lo de comunes y corrientes, era sólo un decir, pues desde luego no hay mujeres comunes ni corrientes, todas y cada una son especiales, en fin, ahí la dejo para no enredarme más, jijí,el caso es que de ella, además, no se sabía a ciencia cierta mucho de su pasado, tal como ellos mismos ya lo habían constatado merced a la abundante información difundida en torno a su persona, no sólo en sus telenoticiarios, sino en multitud de radioprogramas, ciberprogramas y publicaciones impresas, sí, no se sabía con precisión quiénes fueron sus padres, ni siquiera dónde había nacido, aunque respecto a esto último, según solía acontecer con las celebridades (sonrió irónico), mirándolo a él si no, jijijí, que había sido bolerito, luego chícharo, botones, voceador de los de antes, de cuando se voceaba a gritos la noticia (de ahí el nombre), también lechero, y hasta petrolero, que no huachicolero, lo que por cierto es algo muy reprobable pues estamos robándonos a nosotros mismos, ¿no nos dábamos cuenta?…, en fin, ése era otro hongo, como decía su amigo de adolescencia El Santos, porque la política no era lo suyo, se dijo… El punto es que sí, queridos hermanos petroleros, era que él también había sido de su gremio, saludos a todos ellos por engrandecer a la patria, y por cierto, un saludo a mi querido amigo el senador Leonardo López, secretario general de la sección 13 y líder inmoral, perdón, moral (es que lo traicionan a uno los canijos nervios, jijijí), de esos trabajadores, sí, como lo oían, y aunque nací de parto natural en la casa de todos ustedes, bueno, en la de mis padres, pues, jijijí, ahora se decían multitud de barbaridades en torno de mi/su origen: que si había nacido en tal o cual sanatorio, que si el mejor ginecólogo del mundo me/lo había traído al mundo (valiera la redundancia), en fin, cuando en realidad, como se usaba en la época de mis/sus padres, fue una comadrona la que me/le dio la nalgadita de bienvenida a este valle de lágrimas, bueno, no sólo de lágrimas, que también tiene sus cosas buenas, y sus placeres, y ahorita van a verlas, jijijí, pero, en fin, así ocurría con la gente que destacaba, ¿no?, se le inventaban historias, ¿no?, pues igual ocurría ahora con su/nuestra Miss Universo, ya que muchos estados del país se adjudicaban oportunistamente la procreación de aquella divinidad terrenal, bueno, jijijí, qué iba a hacérsele, era el precio de la fama, ¿no?, el destino de la gente célebre, el riesgo de ser estrella, de ser la heroína de la película, papá, los mediocres, los tibios, esos no dan qué decir, por eso, estimables amigos/amigas, la beldad que hoy acaparaba las atención de todos y todas ustedes/nosotros/nosotras/nosotres no podía escapar a tal regla, aunque, desde luego, había que guardar toda proporción, ¿verdad?, pues de aquella dama toda hipérbola (sic) parecía poco, y era que su belleza había llamado la atención de propios y extraños, sí, y, como era ya sabido, se interesaban en ella productores de cine, teatro, televisión, internet, e incluso de la telenet, hoy en boga, que pretendían llenar con su imagen la falta impostergable de un nuevo mito femenino, pintores que deseaban perpetuarla en sus lienzos con su sonrisa ultraterrena a fin de crear a la Gioconda del siglo 21, modistas que anhelaban estudiar sus dimensiones para diseñar las prendas ideales que marcarían la nueva tendencia en la moda, escritores ávidos de describir al personaje original para tomarlo como modelo de la historia que los inmortalizara, incluso científicos que presuntamente buscaban estudiarla a efecto de entender la fuente de su fisiología perfecta (ustedes saben a qué me refiero, precisó), en fin, era tal su apariencia sublime que, según era del conocimiento público, había llegado a rumorarse, gracias al imaginario colectivo, que no era de nuestro mundo, así de simple y así de claro, sugiriéndose tal cosa gracias al reportaje difundido en un canal de YouTube, en el cual se entrevistó a unos campesinos de la Sierra Norte de Puebla, quienes afirmaban haberla visto bajar de un extraño objeto volador procedente de las estrellas, aunque no faltaron los maledicentes y envidiosos que en las redes sociales lo desmintieron soltando la especie de que en realidad Charli del Pinar la había llevado a pasear en un helicóptero, si bien nunca se halló evidencia de este hecho, en fin, el punto es que gracias a ese reportaje se difundió la hipótesis de que procedía de algún lejano rincón del universo (caso en el cual, dicho sea de paso, sí resultaría apropiada la denominación de “Miss Universo”), agregando tal reportaje que acaso sus congéneres la habían dejado en la Tierra un buen día a fin de mostrarnos/les a los terrícolas cómo eran de hermosos ellos y, sobre todo, cómo era la auténtica belleza, que no era belleza en sí, sino perfección, lo más sublime, lo más cercano a Dios, a su humilde manera de ver, dijo reverente. Así era, hermanos/hermanas de todo el planeta, tal como se había llegado a sugerir, y, a decir verdad, añadió algo nervioso, aquel servidor de todos y todas ustedes se adhería a tal posibilidad (su voz se hizo trémula, emocionada), es que (se le quebró) si ustedes la conocieran de cerca (hizo gesto de fruición, de saborear algo delicioso, miró al cielo, cerró los ojos), cachito, cosita, ma’cita (como dijo el teacher), mi’ja (como dijo mi compadre), mijusnetrita (como dicen los chavos), y es que, Santo Dios, cuánta excelsitud hay en toda ella, sí, estimados amigos (confesó), aquel/este servidor de todos y todas ustedes, nosotros, nosotras, ellos y ellas, lo creía, creía que no era de la Tierra, aceptaba que aquel primor, aquel bombón, aquel caramelo, aquel miguelito, no podía ser de este mundo (su voz se atragantó, se medio ahogó, carraspeó), perdón (dijo, y tosió), perdón (volvió a pedir), es que (agregó sofocado, ajitomatada la cara, aflojándose la corbata, inquieto, muy en su papel de promotor del espectáculo, dejando en el aire la sensación de que podía ser o no ser cierto todo lo que manifestaba), es tan diferente a todas las mujeres de aquí (siguió), no agraviando a las presentes, ni a las ausentes, claro (aclaró), ustedes saben a qué me refiero (reiteró), según había estado difundiéndose hasta la satisfacción adecuada por parte de los canales de su empresa televisiva y sus medios alternativos, en especial por cada uno de los programas que aquel servidor de todos ellos y todas ellas producía, dirigía y conducía, y muy particularmente a través de ése que hacían todos y todas ustedes-nosotros-nosotras-ellos y ellas junto con él y que, a Dios gracias (según afirmó), ya iba para los cuarenta años ininterrumpidos pese a la mucha crítica mordaz y malintencionada, pero que ellos, con su favor, habían mantenido por encima de las rencillas, los odios y los rencores, jijijijijí —aplausos del público asistente al teatro estudio, muy tupidos y largos, de entrega absoluta al amo de la comunicación televisiva, como diciéndole estamos con usted, señor, para lo que guste y mande, usted nomás diga, en particular eso parecía decir con los ojos una ancianita como de 120 años de edad, especie de maniquí de cartón piedra, considerada la mujer más longeva del país y cuyo lugar intocable había estado en primera fila desde la fundación del programa, no sólo ahí en el teatro estudio, sino incluso en multitud de ocasiones en que el programa fue transmitido desde cualquier lugar de aquella república y del mundo, desde cuanto campo de futbol, estadio de beisbol, plaza pública, zócalo o explanada se les ocurriera, hasta donde la llevaban, convertida en un símbolo, en una especie de carta de presentación de la “bondad y el humanismo” de aquel hombre que se las sabía de todas todas en cuanto al espectáculo, pues no pasaba ocasión en que aludiera a su presencia, incluidas aquellas en que entrevistaba a jefes de Estado, llegando algunos periódicos sensacionalistas a difundir la provocativa especie de que aquella viejecita no era tal, sino un robot con capacidad de reír, llorar, aplaudir o ensalzar a aquel conduprodudiregeneral, aunque éste, con el enorme poder que le daba la conjunción de micrófono y cámaras, y gracias a su inmedible popularidad, a sus buenas relaciones y, sobre todo, a sus influencias en los medios de comunicación, echó por tierra las punzantes opiniones de aquellos diarios, los cuales estuvieron en un tris de sufrir las consecuencias de un populacho irritado y molesto—, sí (continuó), amigos, amigas, pueblo querido, gente humilde pero de noble corazón y gran cabeza, como reza el verso (sic) de no recuerdo qué poema, dueña de este precioso, bonito (sic), bello (resic) y lindo (recontrasic) país de playas tan abundantes, ricas, apacibles y atractivas, público conocedor de sus artistas por el puro corazón, o, más bien dicho, la corazonada y la simpatía, y no por el dudoso valor de la crítica dizque basada en conocimientos musicales, con todo respeto para quienes la ejercen con responsabilidad, sí, amadísimos hermanos/hermanas de habla hispana (prosiguió) y de cualquieras (sic) otras lenguas que lo veían en esos instantes en la transmisión de aquel evento que los hermanaba a todos como hermanos, valiera la redundancia (aclaró), por todo ello, y en agradecimiento por seguirlo, sobre todo porque no tuvieron la oportunidad de asistir en vivo a disfrutar de la cena de gran gala en la cual se coronó, por segunda vez consecutiva, valiera la precisión, a Gloria Celeste como reina de aquel bello certamen de la belleza (valiera la expresión) que año con año promovían instituciones emparentadas estrechamente con los valores de la mujer femenina (sic), valores que la engrandecían, sublimándola, empoderándola, poniéndola en su lugar, en el sitio que le correspondía, el de reina (hizo una pausa dramática esperando una ovación, que no tardó en oírse), sí, amigos y amigas, y es que ya ven lo caro que está todo en el mercado, jijijí como decía el gran “Cri-Cri”, sí, seguro que no tenía(n)mos la menor idea de lo que costó el boleto para asistir a tal evento en conocido hotel capitalino, qué barbaridad, jojojó (alardeó), una verdadera barbaridad, un ojo de la cara, pero de un tuerto, ¿verdad?, jejejé, perdón por la comparación, jajajá, pero es que así fue, quién fuera a creerlo, ¿no, floor manager?, ¿como cuánto costó? (…), ¿cuánto? (el floor manager apareció en cuadro haciendo señas), jijijí, ¿tanto?, qué barbaridad tan bárbara, oyeran, otra cenita de ésas y se quedaría pobre, jejejé, y para lo que habían dado, ¿qué fue lo que dieron, floor manager?, ¿qué?, prenuncia bien, como dicen que dijo el indito, jajajá (apareció en pantalla el menú y él lo leyó), así está mejor, a ver, espero pronunciarlo bien:
Mousse de foie gras en aspic al Oporto
Ensalada de lechuga con manzana de nuez
Filete de lenguado bonne-femme
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Pechuga de pato a la frambuesa
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Filete de venado bordalesa
Espuma de trufa en salsa inglesa,
todo por 485 dólares, háganme el re ca…nijo favor, amigos, amigas, siquiera hubieran dado al final un vinito gratis, ¿no?, no, si les digo que no fue barato, a dónde íbamos a parar con esos abusos, ¿eh?, ¿a dónde? (miró a alguien hacia su lado izquierdo, de donde se oyó la frase “al rancho de ya sabe quién”), no, ahí irás tú, jijijí, y eso que el filete de venado estaba algo rancio, ¿no, floor manager?, jejejé, en fin, de cualquier manera había valido la pena (aquí hizo un extraño mutis acompañado de una expresión como de desagrado, y es que recordó lo único desagradable de esa velada: el estúpido comportamiento —según su calificativo empleado en una entrevista que concedió— de Gloria Celeste, el cual estuvo a punto de causar una catástrofe, “pero bien que puse a la niñita en su lugar”, pensó, recordando; respiró hondo, se repuso del mal recuerdo y retomó su discurso políticamente correcto), bueno, ¿qué estaba diciéndo(nos)les?, ah, sí, que en agradecimiento por el favor de preferirlo, iba a presentarles/nos, en vivo, en directo y a todo color, a la divinidad hecha mujer que era Gloria Celeste, sí, y dicha presentación estaba preparada para todos ellos-ustedes-nosotros, amables televidentes e internautas, quienes por ser fundamentalmente de escasos recursos económicos no tenían acceso en vivo a ese tipo de diversiones prohibitivas pero que él, cumpliendo con su deber de comunicador y con la obligación de proporcionarnos cultura, información y sano entretenimiento, iba a llevarnos/les hasta la comodidad de sus/nuestros hogares con cada uno de sus avatares, para que atestiguaran la despedida, de aquel su país, de la única dos veces “Miss Universo”, porque emprendería la primera de sus giras por el orbe en ese su segundo mandato, como embajadora del amor, la fraternidad y la paz mundial… un segundo, amigos… ajá, mjé, sí, de acuerdo, entendido, ah caray caray… le informaban que aún no estaba lista la estrella, bueno, qué iba a hacérsele, ¿verdad?, ella mandaba, para eso era la reina de la beldad, ¿no?, ni modo, amable y gentil teleauditorio, amable público que nos acompaña en este su/nuestro teatro estudio, ustedes debían de comprender…, ¿qué tal si, mientras, íba(n)mos a otros mensajes de interés para todos nosotros/nosotras/ellos/ellas, y en seguida volvían nada menos que con la de sin par perfección, la inigualable, la única dos veces Miss Universo… Glóóóóriaaaa Celéééésssste?
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