Perrault, ¿escritor feminista?

LIBROS 

Miguel Campos Ramos 

 

 

Al célebre escritor francés Charles Perrault (1628-1703) se le conoce fundamentalmente por sus no menos célebres cuentos infantiles, tales como los emblemáticos “Caperucita Roja”, “Cenicienta”, “La bella durmiente”, “El gato con botas”, “Barba Azul” y “Pulgarcito”, entre otros. 

Pero ¿alguna vez nos hemos peguntado acerca de su clarísima intención de aconsejar a las mujeres, sobre todo para que se cuiden, pero también para que se defiendan, de los hombres? 

Pues seguramente pocos hemos considerado tal pregunta, porque siempre lo ligamos con lo infantil. 

Sin embargo, si analizamos con cuidado algunos de sus relatos, se verá que en efecto hay una clara tendencia hacia el fin enunciado.  

Esta intención está planteada de manera muy explícita en sus moralejas, por citar alguna la de “Caperucita Roja”, cuando dice: “Aquí vemos que las niñas, sobre todo las niñas dulces y gentiles, no deben fiarse de los lobos, y menos de los lobos melosos (refiriéndose con estos a los que hablan bonito y tratan de engatusar), pues son los más peligrosos de todos.” Incluso agrega la moraleja: “No es casual que algunas mujeres sean seguidas por callejuelas oscuras por esta clase de lobos (y con ello el autor francés se refiere sin duda a los varones) y las ataquen.” 

Lo mismo pasa con “Barba Azul”, historia de un sujeto que por tener la barba precisamente de color azul y ser repudiado por las mujeres, cuando se casa las asesina. Hasta que llega una que se casa con él y en cierto modo reivindica a todos las demás. Esto ocurre cuando Barba Azul se va de viaje y le deja a su nueva esposa las llaves de la casa, pero con una advertencia: que cierto gabinete no debe abrirlo por ningún motivo. La esposa, vencida por la curiosidad, lo abre y descubre horrorizada los cadáveres de sus antecesoras.  

Cuando su esposo llega y se entera de que abrió el gabinete prohibido, le avisa que la matará. Pero ella, hábilmente, después de haber sido víctima de una supuesta debilidad femenina -la curiosidad- se esgrime en una mujer valerosa e ingeniosa, y logra llamar a sus hermanos, quienes llegan justo antes de que su esposo consuma el asesinato. 

Con esto, ella se torna en defensora de su género. 

Igual ocurre con “La bella durmiente”, cuando en el relato nos muestra que, al despertar, después de cien años, en realidad el príncipe no la besa, con lo cual nos indica Perrault que a una mujer no se le debe hacer nada por la fuerza, ni siquiera darle un beso; en este caso el príncipe pudo haberla besado aprovechando que estaba dormida (es decir vulnerable, para usar un adjetivo de moda), pero no le toca ni siquiera un dedo, porque la respeta. 

Si esto no es feminismo en un escritor, ¿entonces qué es? 

Por eso, los cuentos infantiles de Perrault debemos leerlos hombres y mujeres, para concientizarnos acerca del respeto y la tolerancia que nos debemos.  

 

 

 

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