Poesía para no expertos

Poesía para no expertos 

Luis Antonio Godina Herrera 

 

 

El paisaje musical mexicano estaría incompleto si no se integra a él la poesía. Casi siempre (salvo en el reggaetón), la letra que acompaña a la música es parte integral de la misma. Podemos afirmar sin equivocarnos que la música es poesía y la poesía es música. 

En los años setenta muchos compositores agregaron música a poemas de grandes maestros. El disco de Joan Manuel Serrat sobre Miguel Hernández es un ejemplo, así como también la musicalización que hizo el catalán, de la poesía de Leon Felipe. Alberto Cortez se atrevió incluso a componer música para los poemas de Borges, Neruda y Almafuerte. En lo particular no soy partidario de musicalizar poemas pues me parece una tautología: el poema en sí es musical, contiene ruidos y silencios, como bien afirma Octavio Paz:  

“Más allá del poema no hay sino ruido o silencio, un sinsentido o una significación que las palabras no pueden nombrar. El poema apunta hacia una región a la que aluden también, con la misma obstinación y la misma impotencia, los signos de la música. Dialéctica entre sonido y silencio, sentido y no sentido, los ritmos musicales y poéticos dicen algo que sólo ellos pueden decir, sin decirlo del todo nunca.” 

Lo mismo pasa con la música. Es muy común denominar a una obra importante de compositores musicales grandes como “poema sinfónico”. De ellos tenemos en nuestro paisaje musical obras de Melesio Morales, Carlos Chávez, Silvestre Revueltas, José Pablo Moncayo, y en nuestros tiempos Arturo Márquez y Gabriela Ortiz. Escuchar el Danzón No 8, el Huapango de Moncayo o Redes, es escuchar poesía, poesía pura. 

En la música, llamada popular, también se refleja ese vínculo. Ahí la música y la letra se hacen uno. En ese paisaje en nuestro país destacan las letras y música de Agustín Lara (azul, como una ojera de mujer), Gonzalo Curiel, Álvaro Carrillo y más recientemente artistas como Óscar Chávez o Natalia Lafourcade. 

El comité Nobel otorgó el Premio Nobel de Literatura en el año 2017 a Bob Dylan; la razón principal fue: “por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción americana”. Es decir, por llevar a otro nivel la vinculación entre música y poesía. 

Finalizo compartiendo un poema de Octavio Paz que sintetiza de la mejor manera el sincretismo música–poesía: 

 

Silencio 

Así como del fondo de la música 

brota una nota 

que mientras vibra crece y se adelgaza 

hasta que en otra música enmudece, 

brota del fondo del silencio 

otro silencio, aguda torre, espada, 

y sube y crece y nos suspende 

y mientras sube caen 

recuerdos, esperanzas, 

las pequeñas mentiras y las grandes, 

y queremos gritar y en la garganta 

se desvanece el grito: 

desembocamos al silencio 

en donde los silencios enmudecen. 

 

Cuanto escuchen una pieza musical o lean un poema tengan presente que de alguna manera se hablan, se identifican, son parte de un todo, son parte del mismo todo. El enamoramiento, por ejemplo, no sería posible sin la imbricación de una nota musical y un verso. Eso lo explica todo. 

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