“Se está haciendo tarde”, de José Agustín
Miguel Campos Ramos
Qué mejor modo de recordar el paradisíaco puerto de Acapulco, ahora que está pasando por una situación difícil derivada de los estragos causados por el huracán Otis, que recordar una de las mejores novelas mexicanas ambientada ahí.
Me refiero a Se está haciendo tarde (final en Laguna), de José Agustín (nacido en Guadalajara, Jalisco, pero registrado en Acapulco, Guerrero, en 1944).
Dicha novela fue publicada en 1973, e injustamente no está considerada por la crítica como una de las mejores novelas de la segunda mitad del siglo XX, y de plano como la mejor de la década de los 70s, si bien nadie le regatea méritos.
Su magia es que narra la aventura de un grupo de jóvenes que bien podrían calificarse de desarraigados. Por ejemplo, Virgilio (que recuerda al Virgilio que conduce a Dante cuando guía a este en su descenso al Infierno). El Virgilio de Se está haciendo tarde (final en Laguna), lector de tarot y vendedor de mariguana y otras drogas, conduce a su amigo Rafael en su propio descenso a ese submundo de los estupefacientes que bien podría considerarse su propio infierno, en su contacto con turistas no menos desarraigados adictos al sexo y a las drogas.
El inicio de la novela nos pone de inmediato en ese Acapulco añorado que ojalá pronto retome su ritmo:
“Hacia el Norte de Acapulco, y dentro de sus límites, las playas Caleta y Caletilla forman una bahía muy pequeña. El mar allí es manso y benévolo. Las corrientes peligrosas se hacen sentir en mar abierto, entre las playas y una isla: Roqueta, donde se alza el faro de Acapulco.”
Sólo que este inicio es algo ilusorio, pues lo que viene a continuación es una historia de alcohol, drogas y sexo, muy al estilo de los años 50s y 60s, con personajes que emulan a los protagonistas de las novelas gringas escritas por autores como Jack Kerouac, autor de En el camino (1957), y William S. Burroughs, autor de Yonqui (1953), novelas ambas que formaron parte de aquella corriente denominada “generación beat”, algunos de cuyas características fueron: uso de drogas, libertad sexual, proclividad a estudiar la filosofía oriental, rechazo a los valores estadounidenses clásicos, entre otras.
La novela de José Agustín narra un mundo de tal clase, y su lectura quizá ayude a entender mejor la evolución de la sociedad mexicana desde esos años referidos, pues aquel Acapulco paradisíaco acabó convirtiéndose en una ciudad cosmopolita, con un gran desarrollo comercial y, lamentablemente, permeado por la violencia, de suerte que el uso de aquellas drogas que podrían considerarse “románticas”, quedó lejos de las drogas duras que se consumen hoy.
Es una magnífica novela, narrada con un ritmo ágil y con un lenguaje innovador para su época, pero cuya originalidad no ha sido superada a la fecha, de aquí la idea de que se trata de una excepcional novela injustamente olvidada.
Es la recomendación este mes de Sibarita La revista, a propósito, no sólo de un gran autor, que por cierto vive cerca de Puebla (en Cuautla, Morelos), sino de una novela cuya lectura ayuda a entender lo que está pasando en el México actual.
@miguelcampos r15
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